La Dama Del Sal N Turquesa

La dama del cuarto turquesa


La algarabía de la casa se escuchaba tras la puerta cerrada de la habitación. Afuera, niños corrían jugando de un lado a otro, bebés arrullados en los brazos de sus madres, los hombres se apartaban reuniéndose  en el traspatio, entre bromas y bebidas; al fondo un grupo de adolescentes se refugiaba del bullicio en un cuarto oyendo música y conversando con amistadesvirtuales, cruzando la mínima conversación posible entre ellos, y quejándose ante sus contactos del por qué los hacen llegar a esas fiestas infantiles.
Desde la entrada de la casa podía notarse la delicadeza y elegancia de su construcción. Sus espacios, el piso de mármol, formaba una serie de triángulos que estaban marcados por una delgada línea de plata, los acabados del piso llegaban hasta lasparedes simulando madera de pino de un delicado color beige, las paredes texturizadas eran de casi cuatro metros de alto, todos los espacios del techo estaban decorados en un encielado de madera de laurel, se podían apreciar la corteza, medula, albura y duramen que formaba un interminable conjunto de distintas imágenes en aquel inacabable lienzo.
Las paredes eran lisas y estaban pintadas según losusos de los espacios. La sala era de  un blanco hueso, la pared principal dejaba ver una gigantesca pintura de un árbol de cerezo que mudaba ya sus flores y hojas, en el resto de espacios había una serie  cuadros: fotografías de escenas familiares, diplomas, títulos y algunos reconocimientos. Entre el comedor y la cocina se hallaba un  patio interno cuadrangular al cual se entraba por una puerta deespejos que dibujaba de forma sutil una planta de rosas con botones, y flores esplendorosas. En lugar de paredes estaba encerrado por una enramada de hiedra verde, en esos días su color era intenso y límpido a causa del invierno, entre ellas se escondían algunas flores de la pena y campanillas. Luego de la cocina había otra  puerta también de espejos decorados con sombras de abejas, mariposas yflorecillas para salir a un traspatio amplio con matas de huertas, arboles de limón, naranjos, papaya, aguacate, mango, arrayan; todos luciendo elegantes los frutos de su formidable cosecha, era como un edén, nada podía faltar en aquel lugar cada uno tenía su sitio aprovechando la tierra que ocupaban. Al fondo había una pequeña habitación que parecía el cuarto de lavado y la bodega de la casa.
Laseñora Diana lo dirigía todo desde la cocina pintada de un naranja alegre y jovial, ya había pasado la etapa de entregar los sándwiches y el refresco, ya habían colocado una mesa para los regalos que iban llegando, ya se estaban organizando algunos juegos para entretener a los niños y ya se le había servido sodas a los hombres para que estuvieran en traspatio con sus cosas. Todo estaba saliendo muybien, como a ella le gustaba, perfecto. Hasta su rebelde hijita estaba portándose adecuadamente. De reojo observó la puerta azul a la izquierda del pasillo que salía de la cocina. Cerrada. Silenciosa. La mujer reprimió una mueca, como siempre había debido que inventar alguna excusa para su madre, todo mundo preguntaba por ella, que si podía saludarla, que cómo estaba, que si había escrito algonuevo, que esto, que lo otro. Y siempre había que inventar algo: viajes, enfermedades, indisposiciones de la edad, tonteras, que cada vez eran menos creíbles. Ese mismo día, al decir por enésima vez que su madre estaba enferma y estaría descansando en su habitación pudo ver miradas de incredulidad y hasta de pena ajena en sus invitados. Odiaba a su madre por esas cosas. Que le costaba salir un rato,saludar, sonreír, un par de minutos, algo sencillo. Pero no, sigue de obstinada como siempre. Ya, basta, ya, se dijo Diana, suficiente, es hora de reventar la piñata, donde estará el idiota de su marido.


Eva estaba feliz con su fiesta, sus amigas habían venido todas, los globos y los adornos le gustaban y todas las niñas le envidiaban sus dibujos de princesitas, ella sonreía orgullosa, su...