la danza

Será

Voy a empezar este texto robándole aquella tan famosa frase a mi gran amigo (o tal vez no tanto, no me considero para nada una aficionada a los filósofos) Descartes: “Pienso, luego existo”. No sólo la voy a robar sino que también me voy a tomar el atrevimiento de modificarla, ajustándola a mi realidad: “Bailo, luego existo”.
La primera vez que me subí a un escenario tenía unos 5 años.Mi mamá me había llevado a la Escuela Municipal de Danzas y yo iba contenta porque también estaban mis compañeritas. Sin embargo hacia fin de año decidí dejar por la “bruja” de Georgina, que nos gritaba todo el tiempo. Los años pasaron entre el volley, el modelaje y algún que otro deporte de esos que todos practicamos cuando somos chiquitos. Hasta que un día volví. Me acuerdo que tenía unos doceaños y me temblaban las rodillas mientras bailaba. La adrenalina que sentía no se puede explicar con palabras. Volver a bailar, volver a las bambalinas, a las corridas, a los cambios de vestuario, de maquillaje, a los aplausos. En ese momento supe que nunca más me iba a volver a ir.
Es así que hoy, a los 17 años, bailo y luego existo.
Algunos sólo bailan en los boliches, otros ni siquiera; estánlos que disfrutan sentarse en el teatro y los que aman pisar los escenarios, los que arman las más hermosas coreografías, los que miran desde atrás, los que crean los vestuarios y seguramente muchos más.
La danza es mucho más que mover el cuerpo al compás de la música, mucho más que un simple hobby. Cuando bailamos amamos, nos enojamos, reímos e incluso lloramos. Cuando bailamos contamos nuestrahistoria, somos nosotros mismos, y ya no tenemos miedo de desnudarnos ante todos destruyendo todas las apariencias y máscaras que pudieran existir. Todo desaparece. Sólo somos nosotros frente a todos, a todo, que al mismo tiempo es la nada. Bailando nos encontramos, nos conectamos con la parte más profunda de nuestro ser, esa que muchas veces tiene miedo de salir, quién sabe por qué.
Creo que ladanza salva. A mí me salva todos los días, de las malas energías, de las malas experiencias del día a día. Pero no es únicamente la acción específica de bailar la que nos salva, porque hay muchas cosas rodeando eso que amamos hacer. También nos salva el hecho de que cuando bailamos no estamos solos. Es increíble la sensación de mover tu cuerpo al compás de la música y en sincronía con el otro, deque el otro te dé todo y de vos poder darle todo al otro. Podemos bailar para el público, para el compañero o para uno mismo, cualquiera sea el motivo, no hay nada más lindo que bailar, como dice mi amigo León Gieco (el sí es mi amigo de verdad) “hasta que se conviertan en polvo mis pies”.
Todo se enriquece aún más cuando en vez de compañeros tenés una familia, cuando el estudio se convierte entu segunda casa, o mejor dicho, en tu primera. Es hermosa la sensación de llegar al ensayo o a la clase y que esté toda tu familia esperándote, dispuesta a compartir esas horas con vos y que tus compañeros se conviertan en amigos, pero de esos amigos que son para siempre. Esos amigos que te ayudan a crecer y a dar lo mejor de uno en todo momento, esos amigos que te hacen sentir único, que tehacen sentir en casa.
Ahora bien, no pretendo que nos centremos únicamente en la acción de bailar, ni mucho menos. Quiero ir un poco más allá.
Bailar es mi vía de escape, y la de muchos otros. Gracias al poder bailar ocurren muchísimas cosas que nos impulsan, nos proyectan hacia delante, que nos hacen crecer, intentar ser mejores. Pero, como se dice normalmente, “yendo al grano”, ¿qué ocurriría sino tuviéramos esa vía de escape? ¿Qué pasaría si cada uno de nosotros no tuviera su propia vía de escape, su cuerda para alcanzar ese otro mundo en el que podemos movernos dóciles, sintiéndonos plenos? Si el escritor no tuviera lápiz y papel, si el cantante no tuviese voz, si dejaran de existir las risas para el payaso… Nada, nada sería igual. Al bailar utilizamos todos los recursos que tenemos...