La Decadencia Del Imperio Romano
La decadencia y caída del Imperio romano es una de las cuestiones más debatidas y estudiadas de la Historia. Es considerada por algunos como "el mayor enigma de todos", y ha sido uno de los ejes del discurso histórico clásico desde San Agustín de Hipona. La ruina de la “Roma eterna” ha perdurado como el paradigma por excelencia del agotamiento y muerte de las civilizaciones,una caducidad mundana interpretada como el precedente y anuncio del fin del mundo o, al menos, de la civilización occidental. Los ss. XX y XXI han visto multiplicarse el interés por este problema histórico, debido probablemente al hecho de que la civilización contemporánea tiene muchos rasgos comunes con la de la Antigüedad Tardía, y a que la cultura occidental está en un período de transición,como la Roma de los ss. III y IV.[1]
La historiografía ha oscilado entre una interpretación minimalista (la interrupción de la serie de emperadores en la parte occidental del Imperio) y una maximalista (el hundimiento de una civilización y el quiebro de una historia del mundo dividida en dos etapas: una antigua-pagana y otra moderna-cristiana). De igual modo, de un extremo al otro del espectrode teorías propuestas, se ha considerado el proceso como una larga transformación debida a fenómenos endógenos (la "decadencia") o un derrumbamiento repentino por causas fundamentalmente exógenas (la "caída"). En concreto, el término decadencia y caída hace referencia a la obra maestra del historiador inglés Edward Gibbon, quien, sin ser el primero en abordar el tema, en el siglo XVIII renovó laciencia historiográfica por medio de su análisis del período tardo-romano, asumiendo una postura a medio camino entre las endógenas y las exógenas.
En la actualidad predominan las teorías exógenas menos dramáticas, aunque sin restar importancia a los problemas internos y las consecuencias que produjo la irrupción de los germanos en el Imperio. Esta concepción continuista defiende la pervivenciahasta época carolingia -a pesar de las invasiones y violencias- de las estructuras político-económicas fundamentales y de la concepción del poder del mundo tardorromano. Ya sugerida por el célebre historiador belga Henri Pirenne, esta corriente continuista tendría su mayor exponente en Walter Goffart, de la Universidad de Toronto, hasta cierto punto en autores como el británico Peter Heather, y ensu caso más extremo en la muy criticada corriente fiscalista del francés Jean Durliat. Un ejemplo serían las palabras del profesor Gonzalo Fernández Hernández, de la Universidad de Zaragoza:
El Imperio Romano de Occidente se enfrenta a unos problemas entre 454 y 476 que desembocan en una reunificación del Imperio (...) 476 no supone el fin de Imperio alguno (...) los soberanos bárbarosfederados al Imperio romano reconocen la soberanía nominal de un único emperador con sede en Constantinopla (...) en teoría esta situación perdura hasta la coronación imperial de Carlomagno...
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Por otra parte, sigue habiendo quienes defienden una visión más "catastrofista" y acorde a la concepción tradicional de este problema histórico, tal es el caso del arqueólogo británico Bryan Ward-Perkins. Deigual modo, hay diferencias entre quienes ponen el acento en el carácter romanista endógeno de las transformaciones (como Goffart), y quienes por el contrario apuntan hacia el carácter germanista exógeno (como el austriaco Walter Pohl).
FuentesEl historiador francés Marc Bloch, miembro de la Escuela de los Annales, defendía que "Todo libro de historia digno de este nombre debería incluir un...
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