La deficiencia de las biblotecas en la ciudad
Es temprano y el sol golpea el polvo del piso. Con el cabello tan corto no es necesario invertir tiempo en amaestrarlo. Seguramente,pienso ilusamente desde dentro, que este será un fructífero día en mis investigaciones, una de ellas sobre la lectura literaria y las otras sobre los métodos energéticos de sanación y el trabajo“intelectual” que debo realizar para vivir.
Las oficinas más grandes y mejor equipadas para la labor deben estar fuera de casa, ya que en la lógica hermosa pero delirante del hogar, es imposible laconcentración. Entonces uno ilusamente sale a las calles de la ciudad lacerada, a buscar refugio en las bibliotecas que ofrece la urbe, que dicho sea de paso, no son mis lugares favoritos, ya que prefierotrabajar en casa cuando las condiciones lo permiten y leer en el transporte público para que su deficiente servicio no me robe la vida, o en el parque, o de preferencia en mi casa la UNAM o algúnotro lugar fuera de la solemnidad de los templos del saber donde habitan los libros. No es que odie las bibliotecas, al contrario, solo es como cuando se compra un tamal y se pide mejor para ir comiendo.En este caso quiero referirme al pésimo servicio de dos bibliotecas de la ciudad. La primera es el gran caballo blanco de la administración foxista, aquella que no funcionaba desde que fueinaugurada sólo para tomarle la foto a las botas que administraban el gobierno federal. Esa misma donde se debió sugerir al usuario, que llevara su lancha para poder estar más cómodo, ya que las inundacioneseran frecuentes. Aquella que según se dice, fue construida con recursos que le pertenecía a otras bibliotecas públicas del interior del país.
En este curioso lugar, cuyo origen es extraño y quizátambién aberrante, la estructura que tiene es llamativa, bella, con un estilo moderno que puede hacer parecer que a las autoridades en este país les importa la educación, cosa que claramente no es...
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