La Dependecia De La Ingesta De Alcohol Es Una Enfermedad Llamada
Cuando yo era chica, pasábamos en casa Navidad y Reyes, y después salíamos fuera de la ciudad.Cierto día íbamos a Chapala y a las haciendas de Jaral de Berrio y Santa Inés de la Borbolla, cerca de San Andrés Chalchicomula, que colinda con la Hacienda de Santiago Ocotepec, pues pertenecían a doshermanas de la familia Mier, y estaban unidas por un trenecito de mulas que nos divertía mucho. Al administrador, honrado y trabajador, todos lo querían y lo llamaban el amo.
También recuerdo que alamanecer nos despertaba el Alabando, oración cantada por los campesinos cuando se dirigían a sus labores, y que cada día nos traía nuevas ilusiones. Estando allí, un día discurrieron hacer tamales;la cocina fue ese día el centro de atracción. Era una de esas cocinas poblanas que tienen el brasero en el centro y las paredes tapizadas de cazuelas.
La cocinera molió el maíz cacahuazintle en unenorme metate oaxaqueño y después se puso a preparar las salsas de mole verde y colorada con pollo carne de puerco.
Y mientras decía “cuidado y me hagan amuinar, porque los tamales no seesponjaban; la masa se escurre y hay que contenerla rociándola con pulque y bailándole a la olla alrededor mientras los tamales se están cociendo”.
Mis hermanas y yo nada más pelábamos los ojos, pues cadauna de las palabras de la cocinera nos impresionaba.
Por fin, cuando la masa estuvo lista y empezó a envolver los tamales, muchas manos ayudaron, pues la cocina había sido invadida por distintospersonajes que había llegado atraídos por el sabroso olor que despedían los chiles tostados.
Felipa, que así se llamaba la cocinera, puso en el suelo un anafre de los buenos, de los de antes, loencendió y acomodó en él una olla tamalera poblana y después de ponerle agua, una moneda y la parrilla, fue metiendo los tamales y acomodándolos para que se cocieran.
Entonces todos nosotros nos...
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