La División de la Personalidad Psíquica
Freud:
Sus relaciones particulares; las personas como las cosas, entrañan el punto de partida. Lo fue para el psicoanálisis. En su
desarrollo no fue indiferente que iniciara su labor en el síntoma; en lo más ajeno al yo que al alma integra. El síntoma proviene de
lo reprimido, es como un representante de lo reprimido cerca del yo, que para el yo es dominio extranjero; un dominio extranjero
interior, así como la realidad.
Partiendo del síntoma, el camino analítico nos condujo a lo inconsciente, a la vida instintiva a la sexualidad, siendo una época en
que el psicoanálisis comienza a oír las objeciones de que el H, no era exclusivamente una criatura sexual. Saben bien, desde un principio el análisis afirmó que el H, enfermaba a consecuencia de conflicto entre las exigencias de la vida instintiva y la
resistencia que en él se alza contra ella, también saben que nunca hemos olvidado la existencia de esa instancia resistente,
repelente y represora, la que nos representábamos dotada de fuerzas (los instintos del yo) y que coincide con el yo de la
psicología al uso. El objeto de esta investigación es que sea el yo, nuestro propio yo. ¿Acaso es posible tal investigación? Si, el yo
es propio del sujeto. ¿Cómo puede pasar a ser objeto? El yo, puede tomarse a sí mismo como objeto y tratarse a sí mismo como a
otros objetos, observarse, criticarse, etc. En todo ello, una parte del yo se enfrenta al resto. El yo, es disociable, se disocia en
ocasión de algunas de sus funciones, al menos transitoriamente y los fragmentos pueden unirse de nuevo. La instancia que
empiezo a distinguir en el yo, es la conciencia moral, esta es una de sus funciones y otra la autoobservación que es indispensable
de la actividad juzgadora de esta conciencia. Y como el reconocimiento de una existencia independiente exige un nombre propio,
daremos a esta instancia con la existencia independiente del yo, el nombre del superyo. Familiarizarnos con la idea del superyo,
dotado de ciertas independencias, que persigue intenciones propias y posee una energía independiente del yo. Recordemos un
cuadro patológico que es la melancolía. De esta dolencia y causa se sabe poco, es la forma en que el superyo (conciencia moral)
trata al yo. Lo humilla y maltrata al pobre yo. El superyo, aplica un riguroso criterio moral al yo, se convierte en representante de
la moralidad, revelando que nuestro sentimiento de culpa moral es expresión de la pugna entre el yo y el superyo.
Si la conciencia es algo dado en nosotros, no es algo originalmente dado. Constituye así una antítesis de la vida sexual, dado en
nosotros desde el principio de la existencia y no agregad. El niño pequeño es anormal, no posee inhibición de sus impulsos
tendientes al placer. El papel que luego toma el a su cargo el superyo, es desempeñado primero, por un poder exterior, por la autoridad de los padres, que gobiernan al niño con pruebas de cariño y de castigo. Esta perdida de amor, le provoca angustia real.
Después se forma la situación secundaria que aceptamos ligeramente, como normal, en la cual la inhibición exterior es
internalizada, y sustituida la instancia parental por el superyo, que vigila, dirige y amenaza al yo. El superyo se arroja el poder, función y los métodos parental, no es sólo el sucesor legal, sino el heredero legítimo de la misma. El proceso de una identificación,
esto es, la equiparación de un yo a otro yo ajeno, a consecuencia, por el cual el 1º yo se comporta, en algunos aspectos, como el
otro, lo imita y le acoge en sí. Se comparó a la identificación a la incorporación oral, caníbal, de otra persona....
Regístrate para leer el documento completo.