La educación de las abejas

La educación de las abejas


Primero fue la tele; luego llegaron los videos, la play, los devedés, los ordenadores y finalmente los móviles e internet. Si los hubiesen diseñado en formatointravenoso sería más evidente. Pero no, aún necesitamos de los cables. En cualquier caso, se trata de estar enganchados -conectados, es el eufemismo ahora. Claro que, en mi época, las adicciones secentraban en los tóxicos de acción inmediata, y sus efectos devastadores se manifestaban enseguida: cualquiera podía reconocer por la calle a una yonky o a un alcohólico. En cambio ahora no sólo no nosproducen temor, sino que los criamos en casa, y en cada cumpleaños les regalamos nuevas adicciones. Somos los propios camellos de nuestra prole, proporcionándoles dosis incontroladas de felicidadmaterial cada vez que aumentamos su ajuar electrodoméstico. Es nuestra educación sentimental: cuanto más tengas, más feliz serás.

Y eso que, de todas las actividades humanas que más han de marcar elcurso de nuestro futuro, la educación de los más pequeños es evidentemente una de las más importantes, sino la única decisiva. Ya fue sancionado desde la más alta tribuna por el anterior SecretarioGeneral De las Naciones Unidas, Kofi Annan: “Debemos dotar a las generaciones más jóvenes de las herramientas necesarias para conseguir un cambio real en el mundo”, palabras con las que, de paso, sedenunciaba la total incapacidad que tenemos los adultos de encontrar soluciones para los graves problemas acumulados en este inicio de milenio. Hace falta mucha imaginación y una mirada fresca para refundaruna sociedad que va dando tumbos cada vez más pequeños alrededor del Desastre con mayúscula. Ahora o nunca, parece ser la divisa del momento.

Pero la tarea de ayudar a los jóvenes a diseñarotro modelo de convivencia y bienestar no es precisamente el rol de la escuela hoy en día. Nuestro modelo educativo se fundamenta en la sociedad productiva, que basa la supervivencia de la amplía...