la educacion en la posmodernidad
para Niños Perversos
Roald Dahl
Título original: _Revolting rhymes_
Traducción de Miguel Azaola
2ª reimpresión: noviembre 1988
Colección Los Álbumes Altea
Ediciones Altea
Juan Bravo, 38
28006 Madrid
Impreso en España por:
Talleres Gráficos Peñalara, S.A.
Fuenlabrada (Madrid)
I.S.B.N.: 84-372-6603-3
Depósito legal: M. 34.386-1988------------------------------------------------
ÍNDICE
LA CENICIENTA............................................................................................... 4
JUAN Y LA HABICHUELA MÁGICA............................................................... 7
BLANCANIEVES Y LOS SIETE ENANOS ....................................................... 10
RIZOS DE ORO Y LOS TRES OSOS................................................................. 14
CAPERUCITA ROJA Y EL LOBO .................................................................... 17
LOS TRES CERDITOS ...................................................................................... 19
LA CENICIENTA
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ʺ¡Si ya nos la sabemos de memoria!ʺ,
diréis. Y, sin embargo, de esta historia tenéis una versión falsificada,
rosada, tonta, cursi, azucarada,
que alguien con la mollera un poco rancia
consideró mejor para la infancia...
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El lío se organiza en el momento
en que las Hermanastras de este cuento
se marchan a Palacio y la pequeña
se queda en la bodega a partir leña.
Allí, entre los ratones llora y grita, golpea la pared, se desgañita:
ʺ¡Quiero salir de aquí! ¡Malditas brujas!
¡¡Os arrancaré el moño por granujas!!ʺ.
Y así hasta que por fin asoma el Hada
por el encierro en el que está su ahijada.
ʺ¿Qué puedo hacer por ti, Ceny querida?
¿Por qué gritas así? ¿Tan mala vida
te dan esas lechuzas?ʺ. ʺ¡Frita estoy
porque ellas van al baile y yo no voy!ʺ.
La chica patalea furibunda: ʺ¡Pues yo también iré a esa fiesta inmunda!
¡Quiero un traje de noche, un paje, un coche,
zapatos de charol, sortija, broche,
pendientes de coral, pantys de seda
y aromas de París para que pueda
enamorar al Príncipe en seguida
con mi belleza fina y distinguida!ʺ.
Y dicho y hecho, al punto Cenicienta,
en menos tiempo del que aquí se cuenta,
se personó en Palacio, en plena disco, dejando a sus rivales hechas cisco.
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Con Ceny bailó el Príncipe rocks miles
tomándola en sus brazos varoniles
y ella se le abrazó con tal vigor
que allí perdió su Alteza su valor,
y mientras la miró no fue posible
que le dijera cosa inteligible.
Al dar las doce Ceny pensó: ʺNena,
como no corras la hemos hecho buenaʺ, y el Príncipe gritó: ʺ¡No me abandones!ʺ,
mientras se le agarraba a los riñones,
y ella tirando y él hecho un pelmazo
hasta que el traje se hizo mil pedazos.
La pobre se escapó medio en camisa,
pero perdió un zapato con la prisa.
el Príncipe, embobado, lo tomó
y ante la Corte entera declaró:
ʺ¡La dueña del pie que entre en el zapato
será mi dulce esposa, o yo me mato!ʺ. Después, como era un poco despistado,
dejó en una bandeja el chanclo amado.
Una Hermanastra dijo: ʺ¡Ésta es la mía!ʺ,
y, en vista de que nadie la veía,
pescó el zapato, lo tiró al retrete
y lo escamoteó en un periquete.
En su lugar, disimuladamente,
dejó su zapatilla maloliente.
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En cuanto salió el Sol, salió su Alteza
por la ciudad con toda ligereza en busca de la dueña de la prenda.
De casa en casa fue, de tienda en tienda,
e hicieron cola muchas damiselas
sin resultado. Aquella vil chinela,
incómoda, pestífera y chotuna,
no le sentaba bien a dama alguna.
Así hasta que fue el turno de la casa
de Cenicienta... ʺ¡Pasa, Alteza, pasa!ʺ,
dijeron las perversas Hermanastras
y, tras guiñar un ojo a la Madrastra, ...
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