La era de la cibercultura
Autor: Arturo Merayo
La era de la cibercultura
Nos encontramos, aunque no seamos muy conscientes, ante un cambio de era, en una verdadera revolución de consecuencias insospechadas. Marcada por la telemática, la robótica y las autopistas de la comunicación, la era de la cibercultura es tan radical como lo fuera aquella del Neolítico, y las otras másrecientes, la del siglo XVIII –revolución del carbón y del acero– y la del XIX, la de la energía eléctrica. Vivimos ante un convulso cambio de esquemas, todavía no sabemos si de consecuencias favorables o perjudiciales. Cambiarán –están cambiando desde hace 25 años– las relaciones sociales, los modelos de producción, la distribución económica, el concepto del trabajo y del ocio, las costumbres, lasactitudes, los valores, las creencias... Por eso es más que una crisis: estamos ante un cambio de era.
Las modificaciones afectan a dos ámbitos fundamentales y sólidamente interrelacionados: por un lado, el proceso tecnológico; por otro, un nuevo modo de pensar y de enfrentarse a la vida que se ha dado en llamar, resumiendo en una palabra muchos conceptos, la postmodernidad.
La revolucióntecnológica, al introducir nuevos elementos en el sistema comunicativo, está cambiando el número y la naturaleza de los soportes técnicos y, por consiguiente, los hábitos de consumo y el modo de vida de los ciudadanos. Los medios de información se han convertido en medios para el ocio, y la influencia de la televisión, el cine o los videojuegos es indudablemente más persistente –quizá incluso más eficaz–que los tradicionales agentes de formación: la familia, la escuela y la Iglesia. Por eso nos parece que el mundo –y quizá nosotros mismos– estamos patas arriba. Aunque intuimos que mañana habrá nuevas sorpresas, no sabemos cuáles serán, y el ritmo de los cambios no sólo produce vértigo sino que nos conduce hacia un punto desconocido. Corremos muy deprisa pero no sabemos hacia dónde.Materialismo, permisivismo y consumismo
Por lo que se refiere a la postmodernidad, aunque sea un concepto no sólo amplio sino muy difuso, sí sabemos cómo se caracteriza. Las sociedades occidentales pivotan en la actualidad y sin excepciones sobre tres principios: materialismo, permisivismo y consumismo.
El materialismo se manifiesta en la negación –quizá no explícita, pero sí de facto– de laespiritualidad y la trascendencia. No hay Dios, y si lo hubiera no hay modo de conocerlo. La principal consecuencia de este materialismo –envuelto, eso sí, en el atractivo celofán de la tolerancia– es que, como apuntara Dovstoievski, si Dios no existe resulta que, al fin y al cabo, todo puede estar permitido. Y cuando digo todo, es todo: incluso matar a una vieja a hachazos. Crimen y castigo es muyrevelador en este sentido. No hay modo de sustentar norma moral alguna si Dios no existe, porque las relaciones humanas acaban desembocando, en última instancia, simplemente en la ley del más fuerte: homo homini lupus. Los regímenes totalitarios saben mucho de este materialismo: unas veces lo proclaman sin ambages y otras se empeñan en adornarlo con agua bendita.
Por su parte, el permisivismo esla consecuencia lógica de un liberalismo exacerbado: no hay fines, sólo importan los medios. Gato negro o gato blanco ¿Qué más da? Lo importante es que cace ratones, dijo un presidente de Gobierno español. El hombre debe hacer actos libres, sólo así se realiza; cuantos más mejor, da igual que sean contradictorios entre sí. Lógico resulta entonces que la responsabilidad se acabe percibiendo comoun obstáculo que entorpece las decisiones: pongamos, por tanto, fin a las trabas, guerra a los límites: prohibido prohibir.
El consumismo, en tercer lugar, es el afán del hombre postmoderno. Vivir es consumir, si se consume más se logra más felicidad. Nadie en su sano juicio sostendría esta afirmación pero es difícil en la práctica no dejarse enredar por el torbellino del consumo. En última...
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