La escritura, la muerte y el sobre-viviente

La escritura, la muerte y el sobre-viviente

C. Santiago Díaz Lomelí

18/11/07

El tiempo es en la muerte todo él, mientras se escriba la ausencia del otro, “mientras su imagen (eidolon)permanezca legible”1: once in a while, I was me… si una vez cada vez, esa a la que sólo vi en vida por la de aquél -con su rostro de mí-, se hace más ligera, dejando la carga impuesta por el Sentido, laIdentidad, la Luz al final del túnel ([¿] desde donde al fin se podría leer [?]) más no la responsabilidad ni el don de continuar horadando aún cuando toda tierra quede atrás, hasta atisbar el límiteinfinito y sin llegar nunca a la singularidad; experimentar pues todo a-dios en cada uno de los textos, contrafirmados a golpe de tijera y aguja, tic-tac de citas que seguirán tejiendo memorias (de) a lamemoria (del) ausente.
¡Vengan a nosotros tus restos!, tras la imposible comprobación de esa muerte atribuida a una vida atribulada por “la separación infinita de lo que me une con o me expone a loúnico, tanto al uno como al otro, tanto al Uno como al Otro”2, regresas por tu palabra cedida de donde ya siempre habrás partido, dejando un rastro de amistad, sinceramigo obligado a (no) compartir elsecreto, conjurando con tu firma el nombre de otro muerto, apropiado por un soplo3 de vida, ¡palabra de corazón!. De uno u otro lado, se escribe desde esa muerte de imposible predicción, distanciainvariable al umbral de apo(calíptica)rías, dificultad de paso a la que todo escriba lenguante de revelaciones originarias o finales, se encamina en el instante de sencuentro con “la huella [trace], quees siempre la huella del otro, la finitud de la memoria, y así el abordaje o remembranza del futuro”4, la escritura recuerda entonces cada futuro pasado posible y tal ejercicio sella a unsobre-viviente en tanto tal: sujeto excedente de sí, referente de la ausencia de referentes, revestimiento de una carta abierta en un juego de apuestas [colocaciones] tan impredecibles como aumentadas.
De...