La escuela zapatista EZLN
La invitación, firmada por los subcomandantes Moisés y Marcos del EZLN llegó en marzo. Confirmé mi asistencia para participar en “La Escuelita” como alumna en el curso “La Libertad según L@sZapatistas” que se llevaría a cabo del 12 al 17 de agosto. El único requisito fue: disposición para escuchar y mirar, llevar el corazón bien puesto y solo 100 pesos, para los útiles. Como todos, me registré en el Centro de Capacitación Indígena (CIDECI) en San Cristóbal de las Casas y recogí mis cuatro libros de texto (Gobierno Autónomo I y II, Resistencia Autónoma y Participación de las Mujeres en elGobierno Autónomo) y dos dvd. A partir de entonces, todo fue descubrimiento. Para empezar, la capacidad de organización del EZLN que movilizó hacia su destino a tanto “compa” en perfecto orden, en decenas de pick ups, trocas y camiones que circularon en caravana hacia los distintos Caracoles: La Realidad, Oventik, La Garrucha, Morelia y Roberto Barrios.
Se me asignó el Caracol Morelia “Torbellinode nuestras palabras”, en Altamirano. Luego de seis horas de trayecto en la parte trasera de una pick up compartida con diez “compas”, cerca de la media noche vimos un gran letrero: “Está usted entrando a territorio zapatista en rebeldía. Aquí manda el pueblo y el gobierno obedece”.
El silencio era impactante. Nos formaron en dos filas, una de compañeras y otra de compañeros, éramos unos 300. Yenfrente de nosotras, una enorme fila de mujeres con pasamontañas. Una vez que pasé el registro y me identifiqué, recibí un saludo: “Yo soy tu 'Votán', compañera”. A cada uno de los alumnos se le asignó un “Votán”, que significa “guardián y corazón del pueblo”, “guardián y corazón de la tierra” o “guardián y corazón del mundo”. Celina, una mujer de 43 años, con su impecable vestimenta tzeltal,sería mi inseparable guardiana, mi intérprete y traductora desde entonces hasta el último día. Me condujo a un galerón donde pasé la noche, con muchas otras alumnas de todo el mundo, sobre tablones de madera extendidos en el suelo.
En el auditorio del Caracol, la Junta de Buen Gobierno (JBG) nos dio la bienvenida, en tzeltal y en español. Calidez y humildad de la mano: “No queremos que sufran,discúlpenos si no están cómodos”, mientras afuera, en la cancha de básquet, un grupo musical nos invitaba a bailar y se ofrecía la cena en grandes cacerolas humeantes de frijoles, tostadas y café. Pasaba de las tres de la mañana cuando nos retiramos a descansar. Y tres horas y media después, ahí estaba Celina: “Compañera, ya está el desayuno”.
El Caracol es como un centro comunitario dondetrabaja la JBG, se reúnen los promotores y delegados de los municipios y localidades y se realizan las asambleas. A la luz del día pude apreciar los extraordinarios murales que tapizan sus instalaciones, uno del célebre artista callejero británico, Bansky. Hay sala de cómputo e internet, dormitorios, una cafetería… Todo rodeado de bosques de pino.
En el auditorio comenzaron las clases. “Compas”,hombres y mujeres de las JBG nos contaron su historia, desde la vida de sus “abuelos” hasta el 1492, 1810 y 1910 cuando los campesinos reclamaron su derecho a la tierra y cómo, luego de muchos años de promesas incumplidas, “los engaños nos obligaron a levantarnos y a buscar en el autogobierno y la autonomía una mejor vida. Nos dimos cuenta que no necesitamos del mal gobierno”.
“A ustedes,...
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