La Espada Y La Rosa

Páginas: 6 (1319 palabras) Publicado: 6 de junio de 2012
Cuando empieza a tañer la campana es que va a soplar el viento del norte.
La campana es pequeña. Cuelga en una espadaña situada sobre la puerta de entrada del monasterio. Esa puerta, como todo el monasterio salvo la antigua cocina del patio donde vivimos Martín y yo, se encuentra en ruinas. Nadie puede hacer sonar la campana. Sólo el viento del norte
Tañe al atardecer, en días oscuros comoéste con el cielo cubierto de nubarrones plomizos que penden inmóviles del aire. Pasa gritando una banda de cuervos y apenas se han perdido sus gritos allá hacia el sur, comienza a tañer la campana.
También cimbreándose hasta rozar el suelo con desgaja con un gemido casi humano, pero más fuerte, más intenso; tal un gigante que gimiera. Entran ráfagas heladas por la puerta, por la chimenea,esparciendo las llamas. Cuando ya todo está oscuro, las llamas agitadas pintan las paredes con figuras siniestras.
Escucha dice, escucha el silencio. El viento ha dejado de soplar. Ahora está nevando.
Ha comenzado a nevar. Me esfuerzo en ver, a través de la tabla rota en la parte superior de la tabla de roble que el hermano atranca con un grueso leño, los copos blancos que caen mansamente sobreel huerto, pero mis ojos no pueden taladrar la oscuridad.
El viento del norte sopla otra vez.
Ahora ya caerán lentos y mansos los copos de nieve, sino que la ventisca los agitará en cegadores torbellinos.
León, el gran alano que se trajo el hermano Martín de la abadía, ha comenzado a gruñir enseñando los dientes.
Hay alguien tras la puerta. A través del roto cuarterón me parecedistinguir, destacándose de la oscuridad, la parte inferior de un rostro cubierto por una espesa barba blanquecina.
Temeroso, despierto al hermano.
Hay alguien en la puerta digo.
El hermano se incorpora, empuña una gruesa rama de roble y pregunta:
Quién va?
Un pobre peregrino responde una voz grave y recia.
Duda el hermano entre los dictados del temor y la caridad. Por fin se decide.
Entrael viajero. Gracias a Dios, y en contra de lo que temíamos, entra un hombre solo. Un hombre de edad, casi anciano, de estatura gigantesca, el cuerpo abrigado por una larga capa toda cubierta de nieve
Quitaos la capa y sentaos junto al fuego dice el hermano Martín. Y al observar el paso vacilante del viajero.
Un mozuelo me servía de ojos. Mas picóle una serpiente y murió.
Esto os entonarádice alargándole la escudilla
Dios premie vuestra caridad. Se ha calmado el viento. El alano cesó en su fiero gruñir y permanece tranquilo tendido a mis pies.
Dónde están los monjes? pregunta.
No hay monjes. Si vieseis mejor os hubierais dado cuenta de que os halláis en un monasterio en ruinas, abandonado.
Hace unos once años, cuando yo llevaba muchos viviendo en esta soledad, un díabajó el río lleno de cadáveres. Entre tanto muerto vi, sujeto sobre un escudo, un niño de unos dos o tres años. Estaba aún vivo. Lo rescaté de la corriente, lo cuidé, le puse de por nombre Moisés y lo dejé conmigo, pues pensé que él también había llegado hasta aquí por oculto designio del Señor.
El viento ha soplado durante todo la noche. Gime de tarde en tarde León, echado manso a mis pies. Elviajero duerme intranquilo. De vez en vez lanza unos suspiros profundos y entre sueños habla una extraña lengua, desconocida para mí.
Ahora mientras contemplo al peregrino y al hermano Martín dormir junto al lar y escucho el silbar del viento del norte, recuerdo la historia que tantas y tantas veces me narró el hermano.
Viéndole ahora dormir, me pregunto si habrá pensado que este hombre quejunto a él reposa pueda ser, como aquél, también una personificación del enemigo.
El y su Santa Madre permitan que esta caridad nos traiga bien a todos.



Dios no quiso que el peregrino tomase al día siguiente el camino de Santiago.
Sólo los cuidados del hermano Martín y el favor de Dios la han conservado la vida.
Ahora, cuando al fin comienza a lucir el sol y a derretirse la nieve,...
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