La esperanza que no averguenza
Al parecer se nos ha vuelto común saber que este mundo se está destruyendo, que la calidad moral de las personas está distorsionada por nuevos paradigmasenmarcados entre superficialidades y hedonistas maneras de sobrevivir; no hacer nada, creer que no se puede hacer nada, beneficiarme del no hacer nada y mancharme con la sangre de inocentes esta es la típicamanera de no perder.
La indiferencia es engañosa y cínica, nos hace pensar que nuestra indignación es justa y necesaria, mostrándola como nuestra reacción natural, pero más que nada, neutral deaquellas obras de justicia y libertad que claman en carne viva por nuestra atención y acción.
El cuadro parece repetirse siempre, el inocente muriendo mientras los muchos juzgan perniciosamente y sinrazón; prefiriendo la usura y el hurto sin buscar la justicia y la verdad. Las autoridades al dejarse llevar por las condiciones que han enredado sus valores a intereses deshonestos, lamentablementecorrompen sus determinaciones a meros espectáculos de democracia. Así se crucifican las verdades por monedas, así se venden las conciencias, así se dominan las voluntades bajo el yugo de la indiferencia yla soga de la mediocridad.
El comercio de lo grotesco parece despertar muy ávidamente el morbo de la mayoría de personas: Diarios con primicias sangrientas, noticieros que no se preocupan por lapersona sino por aprovecharse de las personas. Reacciones guturales de los leviatanes mediáticos que doblegan las voluntades de los seres humanos, manejándoles por las necesidades y servicios, muchos deellos creados por la sociedad consumista y pervertida en la que ¿vivimos?
Se ignoran diariamente principios que han formado familias estables; el respeto, el amor a los padres. Tantas enseñanzasdesprendidas de las palabras que Dios nos ha dejado de herencia, palabras que no sólo se quedan en un nivel literal, sino que por medio de la fe se transforman en verdades reales y tangibles mientras...
Regístrate para leer el documento completo.