La Etica Del Psicoanalisis
Introducción de la cosa.
Clase I. Nuestro Programa.
Hablando de la Ética del Psicoanálisis he elegido un término que no parece elegido al azar. Habría podido decir aún, moral. Verán por qué. Si he elegido Ética, no es por el placer de utilizar un término más raro, más sabio. Si no en efecto, comenzar a remarcar aquí, eso que vuelve en suma a este temaeminentemente accesible, hasta tentador. Creo que no hay nadie que no haya estado tentado de tratar este tema de una Ética del Psicoanálisis.
El análisis es la experiencia que ha vuelto a poner en el más alto punto la fecundación del deseo como tal y en el punto en que se puede decir que en suma el conjunto de la articulación teórica dado por Freud de la génesis de la dimensión moral- no debeser tomado en otra parte- no se arraiga más que en el deseo mismo. Es de la energía del deseo, de donde se desprende la función, la instancia de lo que se presentará en el último término de su elaboración como censura.
El punto donde nuestra visión del término deseo nos ha puesto, a lo que por ejemplo se articula en la obra de Aristóteles. El lugar del deseo en algo tan elaborado como lo que sepresenta en esta Ética aristotélica; en una obra, que da la forma más elaborada: la ética de Nicomaco. Hay aún en su obra dos puntos donde esta ética se articula que nos muestran hasta qué punto todo un campo del deseo está para él, literalmente, puesto fuera de la moral. Este tipo de deseo del cual nos habla —y se trata aquí nada menos que de los términos mismos que en el deseo son para nosotroslos términos promovidos a primer plano de nuestra experiencia, el gran campo de lo que para nosotros constituye el cuerpo de los deseos sexuales—es buenamente clasificado por Aristóteles entre las anomalías, ya sea monstruosas, ya bestiales. Hablando propiamente, el término del cual se sirve para sus propósitos es el de bestialidad.
Nos encontramos en suma, alrededor de la cuestión de lo que elanálisis permite formular en cuanto al origen de la moral. La experiencia moral no se limita a este abandonar una parte para no perder todo al modo en que se presenta en cada experiencia individual. No está ligada únicamente a este lento reconocimiento de la función que ha sido definida, por Freud, bajo el término de superyó y a la exploración de sus paradojas, a eso que he llamado esa figuraobscena y feroz, bajo la cual la instancia moral se presenta, cuando vamos a buscarla en sus raíces. La experiencia moral de que se trata en el análisis, es también aquélla que se resume en un imperativo original, que es justamente aquél propuesto por eso que podría llamarse en la ocasión, el acervo freudiano, ese Wo Es war, soll Ich werden donde Freud concluye la segunda parte de sus "Conferenciassobre el psicoanálisis" y que no es otra cosa que algo cuya raíz nos es dada en una experiencia que merece el término de experiencia moral, que se sitúa enteramente en el principio de la entrada misma del paciente en el psicoanálisis. Pues ese yo (je) que debe advenir allí donde estaba ese algo que el análisis nos enseña a medir, ese yo (je) no es otra cosa que eso cuya raíz la tenemos ya en ese yo(je) que se interroga sobre lo que él quiere. No sólo se interroga. Cuando avanza en su experiencia plantea esta cuestión y se la plantea precisamente con respecto a los imperativos frecuentemente extraños, paradójicos, crueles, que le propone su experiencia mórbida. Va o no va a someterse a ese deber, que siente en sí mismo, como extraño, más allá, en segundo grado. Debe o no debe someterse a eseimperativo del superyó paradojal y mórbido semi-inconsciente y que por lo demás se revela cada vez más en su instancia; a medida que progresa el descubrimiento analítico él ve que se comprometió en su vía.
Su verdadero deber, si puedo expresarme así, ¿no es ir contra este imperativo? ¿Es que somos simplemente, nosotros los analistas, en esta ocasión, ese algo que recoge al suplicante, que le...
Regístrate para leer el documento completo.