La Evaluaci N De Los Sistemas Educativos Tiana Alejandro
Organización
de Estados
Iberoamericanos
Para la Educación,
la Ciencia
y la Cultura
Revista Iberoamericana de Educación
Número 10 Evaluación de la Calidad de la Educación
La evaluación de los sistemas
1
educativos
Alejandro Tiana (*)
(*)
Alejandro Tiana Ferrer
es profesor titular de Historia de los Sistemas Educativos Contemporáneos de la Universidad Nacional de Educación a
Distancia (UNED), de España. En la actualidad es Director del Instituto
Nacional de Calidad y Evaluación (INCE) del Ministerio de Educación y
Ciencia de España.
No cabe duda de que el término «evaluación» es hoy moneda de uso común
en cualquier discurso educativo. Con una u otra acepción, asociada a una diversidad de prácticas e impulsada por distintas estrategias políticas, la
evaluación suscita un creciente interés en los sistemas educativos
contemporáneos.
Fruto de ese interés cada vez más extendido ha sido la notable expansión
registrada por la evaluación educativa en los últimos veinticinco años.
1. El interés actual por la evaluación de los sistemas
educativos
Sin necesidad de remontarse a las primeras etapas en el desarrollo de la evaluación como disciplina y como práctica profesional, baste recordar el
fuerte impulso que recibió en los Estados Unidos durante los años sesenta,
primero como consecuencia de la aprobación de la
Primary and Secondary
Education Act
en 1965, gracias a una enmienda encaminada a asegurar la
evaluación de los programas puestos en práctica en aplicación de la misma, y posteriormente bajo la influencia de los debates generados por la publicación
del Informe Coleman, en 1968. La demanda de respuestas objetivas y fiables
a las cuestiones suscitadas acerca del sistema educativo estadounidense
favoreció la canalización de notables recursos económicos hacia las
actividades de evaluación, produciendo como consecuencia un gran impacto sobre su desarrollo académico y profesional. La evaluación educativa
experimentaría así un apreciable desarrollo a partir de finales de la década de
los sesenta, cuya influencia se haría sentir progresivamente en otros países.
Mientras en los Estados Unidos se producía ese proceso, en el ámbito
internacional se ponían en marcha otras iniciativas que se orientaban en la
misma dirección. Entre ellas cabe destacar, por su envergadura y por su extensión temporal y geográfica, la constitución de la
International
Association for the Evaluation of Educational Achievement
(I.E.A.), dedicada a
promover y realizar estudios internacionales de evaluación educativa
(Degenhart, 1990). Su noción del mundo como un «laboratorio educativo»,
cuya formulación se debe en buena medida a Torsten Husen, se reveló fructífera y capaz de inspirar un importante número de proyectos. El interés
antes mencionado por la evaluación se ha manifestado también en este
ámbito: si en los primeros estudios realizados en los años sesenta y setenta
el número de participantes oscilaba entre seis y quince países, en los más
recientes
(Reading Literacy Study y Third International Mathematics and
Science Study) toman parte entre treinta y cuarenta. No es casual que la
práctica totalidad de los países desarrollados participen en la Asociación.
Otro elemento en apoyo de esta observación acerca del creciente interés por
la evaluación de los sistemas educativos se encuentra en la experiencia de
construcción de indicadores internacionales de la educación por la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (O.C.D.E.). Así, en los años setenta dicha organización, que agrupa a los países con
economías más desarrolladas, inició un proyecto con esa finalidad, en
conexión con un intento más ambicioso de construcción de indicadores
sociales cualitativos, que se saldó con un relativo fracaso. Las limitaciones
del proyecto, las fuertes críticas que recibió y la parquedad de sus resultados ...
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