La familia se separa
(Enrique Wernicke)
Mi madre ya tiene empaquetadas sus cosas en un gran baúl europeo. Y el hermano la mira y le acaricia los cabellos. Yo soy el único que no viste de negro,y puedo observarlos desde cierta distancia. El color de mis ropas me independiza un poco. Ridículamente, he pensado que mi traje claro me da derecho a hablar con voz más dulce, más natural.
La puertadel gran hall está cerrada. Todos miramos hacia ella y la abrimos en un sueño. Cada uno de nosotros sabía correr los cerrojos a su manera. Recuerdo que el viejo tomaba el picaporte con fuerza ydespreciaba los pequeños ruidos que lanzaba la madera. Yo, en cambio, siempre he temido a ese grito muerto que dan las puertas de calle, y trato de envolver en silencio mi menudo gesto. También mi hermanosabe abrir su puerta. Pero la puerta era del padre y solamente detrás de él nosotros fuimos haciendo el gesto.
Cuando llegaban las doce, nuestra antigua sirvienta hurgaba en la cocina, esperando losquejidos de la puerta. Y uno tras otro nos íbamos anunciando sin quererlo. Pienso que la puerta nos extrañará como esos achacosos caballos de estancia que cambian de dueño cuando llega un boyeronuevo.
Ya han entrado los extraños. Ayer y anteayer ha llegado gente de la mudanza. Algunos muebles se fueron de sus sitios dejando un recuadro en los pisos. Cuando recorremos la casa, sentimos que seagranda mientras se desnuda.
Por fin, nos hemos reunido todos en el comedor. La madre nos habla tratando de darnos confianza. Mi hermano, que piensa marchar muy lejos, la escucha con una sonrisabondadosa. ¡Pobre vieja! ¡Sabe tan poco de la Patagonia que ha llenado de geranios la puerta de un rancho!
Por los fondos atruena un portazo. Mi mujer me contiene y se levanta. Cuando vuelve, la miramos. Yosé que se ha llenado de malestar al cruzar los largos y abandonados pasillos. Y no le digo nada. Pero ella explica: “El viento entra con fuerza desde el patio”.
El viento hacía remolinos con las...
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