La faulera
Fragmento
Mónica Lavín
S iempre he sido torpe. He roto muchos vasos,
tirado rebanadas de pastel o ensaladas con mayonesa
sobre los sillones; me he golpeado contra lasesquinas de todas las mesas en la espinilla, en la cadera;
me he dado en la cabeza con las trabes bajas,
el nicho de las puertas de los coches y los espejos
retrovisores; he picado con lapunta del paraguas a
la gente y he tirado adornos con mi morral de libros.
Pero en aquel entonces, todo esto no era verdaderamente
grave, el problema era la hora de los partidos.
Era la másfaulera, difícilmente llegaba al final del
juego sin escuchar: “la número 5 sale por faules”.
Entonces me sentaba en la banca con la boca seca y
la palidez que me provocaba el coraje,quería patear
el piso, llorar de rabia y no me podía más que tratar
de detener mis sienes que me retumbaban cuando
me cogía la cabeza con ambas manos mientras recargaba
los codos sobre laspiernas aún agitadas.
Cinco faules, ¿por qué cinco faules?, si mi intención
era jugar limpio, con destreza, lograr saltar
al momento del tiro para tapar el balón sin que mi
cuerpo seproyectara hacia el de la contraria. Eran
rozones, exceso de impulso, energía desbocada, entusiasmo
desmedido: torpeza. Si por lo menos mis
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golpes hubieran sido intencionales…; habríasalido
entonces orgullosa de la cancha, como si ello fuera
una confirmación más de mi dureza golpeadora.
El entrenador me hubiera sonreído consciente
de que no lo hago de mala fe y de que miimpotencia
me pone en el límite de las lágrimas. Siempre me lo
recuerda al empezar el juego; “Andrea, cuidado con
los faules, manotea evita la canasta pero no te acerques
tanto”. Cuandologro tapar algún tiro de esa
forma aséptica, clara, con la que la mano asesta con
fuerza en el corazón del balón al momento en que se
desprende de los brazos, me grita un “bravo, así se
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