La fe en la cultura
Dom, 28/03/2010 - 19:31
Luis Jaime Cisneros
Una conversación con un coronel norteamericano, doctor en pedagogía y especialista en evaluación, me sirvió, en 1958, paracomprender el error en que había trabajado mis temas de examen. La historia debo contarla así: a mi interlocutor le llamaba la atención que los profesores celebraran haber propuesto temas difíciles, con loque habían aplazado gran número de alumnos. “Grave error”, me dijo, sonriente, vaso de whisky de por medio, mi interlocutor.
Y esta es la historia. El profesor, sobre todo en el campo de los estudiossuperiores, debe saber que en su aula hay tres clases de alumnos: a) el que está constituido por los alumnos estudiosos, que otorgarán la misma atención a cualquier tema; b) el integrado por los queaspiran a aprobar por azar la disciplina, y siempre será el más numeroso; c) el integrado por los que han tenido que inscribirse en el curso porque llegaron tarde a la inscripción de los cursos quehabrían preferido. Tener en cuenta esta realidad es indispensable para preparar los temas de examen. Hay que proponer tres tipos de temas: uno destinado a los que aspiran a alta nota, y propone asuntos queexigen haber estudiado con profundidad; un segundo tema para aquellos alumnos que habrán prestado atención a dos o tres asuntos centrales y alcanzarán calificaciones respetables; y un tercer temadestinado a recoger el punto memorizable que, sin análisis especial, pueden haber retenido los alumnos de buena memoria. Con ese esquema, un buen profesor puede estar satisfecho de que el número dealumnos desaprobados no pase del 15% de los convocados. “Ufanarse de haber aplazado a 20 alumnos de un total de 30 es aberrante”, decía en buen español el coronel norteamericano. Y me ratificaba su tesis:si el número de aplazado es superior al 15% hay que admitir que el tema ha estado mal planteado: se ha prestado atención a temas mal tratados. Aprendí que lo que en esas pruebas estamos evaluando...
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