La Fe
Hace diez años, cuando mi esposa Kathy y yo vivíamos en São Paulo, Brasil, el presidente David Marriott presidía la Misión Brasil São Paulo Interlagos. Él, su esposa Neill, y sus hijos Will, Wesley y Trace vivíancerca de nosotros. Ellos habían dejado su hogar, su negocio y muchos familiares a fin de responder al llamado del profeta de servir en una misión.
El presidente Marriott me llamó una tarde. A su preciada y recta hija Georgia, de 21 años, que cursaba el último año de estudios de violín en la Universidad de Indiana, la había atropellado un camión cuando regresaba en bicicleta de una reunión en laIglesia. Los primeros informes decían que ella estaba bien, pero horas más tarde, su condición empeoró considerablemente.
La familia y los amigos empezaron a ayunar y a orar por un milagro para Georgia. Su madre viajó toda la noche en avión desde Brasil. Al llegar a Indiana al día siguiente, la esperaban otros hijos mayores que entre lágrimas le explicaron que habían estado con Georgia en el momentoque había muerto.
Observé a la familia Marriott en el momento de esa experiencia y en los meses y años subsiguientes. Lloraron, oraron, hablaron de Georgia, sintieron inmenso dolor y tristeza, pero su fe no vaciló. Durante la sesión de esta mañana, hemos escuchado de una fe similar en la hermosa vida de las familias Bowen y Wilberger1.
El don de la fe es un valioso legado spiritual. “…ésta es lavida eterna”, oró Jesús, “que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado”2.
Nuestra fe se centra en Dios, nuestro Padre, y en Su Hijo Jesucristo, nuestro Salvador y Redentor; y la refuerza nuestro conocimiento de que la plenitud del Evangelio se ha restaurado en la tierra, de que el Libro de Mormón es la palabra de Dios, y de que los profetas y apóstoles hoyen día poseen las llaves del sacerdocio. Atesoramos nuestra fe, nos esforzamos por fortalecerla, oramos por aumentarla, y hacemos todo lo posible por protegerla y defenderla.
El apóstol Pedro describió algo a lo que llamó una “prueba de vuestra fe”3. Él la había experimentado. Recuerden las palabras de Jesús:
“Simón… Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo;
“pero yo he rogado por ti,que tu fe no falte”4.
Pedro más tarde alentó a los demás: “…no os asombréis”, dijo, “del fuego de prueba que os ha sobrevenido para poneros a prueba, como si alguna cosa extraña os aconteciese”5.
Esos fuegos de prueba tienen como fin hacernos más fuertes, pero tienen el potencial de disminuir o incluso destruir nuestra confianza en el Hijo de Dios y debilitar nuestra determinación de guardar laspromesas que le hemos hecho. Muchas veces, esas pruebas están camufladas, lo que dificulta que podamos reconocerlas. Se arraigan en nuestras debilidades, nuestras vulnerabilidades, nuestras susceptibilidades o en aquellas cosas que para nosotros son importantes. Una prueba real pero manejable para una persona puede ser una prueba de fuego para otra.
¿Cómo permanecen “firmes e inamovibles”6durante una prueba a su fe? Se concentran en las cosas específicas que edificaron su núcleo de fe: ejercitan fe en Cristo, oran, meditan en las Escrituras, se arrepienten, guardan los mandamientos y prestan servicio a los demás.
Cuando se enfrenten a una prueba a la fe, no importa lo que hagan, ¡no se alejen de la Iglesia! El distanciarse del reino de Dios durante una prueba a la fe es semejante asalir de un refugio subterráneo en el preciso momento en que se aproxima un tornado.
El apóstol Pablo dijo: “…ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos con los santos, y miembros de la familia de Dios”7. Es dentro del santuario de la Iglesia que protegemos nuestra fe. Al reunirnos con otras personas que son creyentes, oramos y recibimos respuestas a nuestras oraciones, adoramos por...
Regístrate para leer el documento completo.