La filarmonica y los mariachis
La sala lució a tope con los miles de portadores de vestidos formales, tacones, sacos y corbatas. En el escenario los músicos con sus trajes de gala esperaban el arribo desus invitados.
Los primeros que aparecieron para marcar las reglas de la noche fueron los mariachis de América: Olvidar que era la casa de la llamada música clásica, que no había tequila y que habíaque sentirse orgullosos del nacionalismo escénico.
Con su traje gris, el pecho saltado, la espalda erguida y todo el porte de un Pedro Infante, el mariachi entonó: “Ya me canso de esperar y noamanece, ya no sé si maldecirte o por ti rezar”. Era “Paloma Negra”, la canción que marcó la educación sentimental de muchos de los presentes. Empezaron los quejidos masculinos, los recuerdos de aquellasborracheras expulsaron un sentido: “Ay, ay, échale mariachi”
La Filarmónica acompañó a los mariachis, se mantuvo sutil, sin protagonismo, entendió que la gala era de otros, de los recientementedeclarados Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Tras un recorrido musical, el América le dio paso al Mariachi Vargas de Tecalitlán, que arrancó con un enjundioso popurrí de José Alfredo Jiménez; empezó lacatarsis. “Ay, y no te oigo porque traes tenis, condenada”, dijo una voz mientras los mariachis cantaban “es inútil dejar de quererte...”
El Tecalitlán, el más antiguo de México, lució festivo,pero mantuvo su carácter de ranchero bragao, elegante y firme pese al dolor de las melodías, aflojó el cuerpo, movió un poco las piernas, aunque las caderas se resistieron a contonearse al ritmo de “El...
Regístrate para leer el documento completo.