La filosofia de la vida
José A. de Azcárraga
[ Dpto. de Física Teórica e IFIC (CSIC-Univ. de Valencia)
j.a.de.azcarraga@ific.uv.es ; http://lie.ific.uv.es ]
[Publicado en la revista Mètode , Revista de difusión de investigación de la Universidad de Valencia, Anuario
2003, págs. 40-46. La versión de este artículo en valenciano ha sido publicada en el número de invierno2002/03
de la misma revista, págs. 26-32]
En el pasado, la filosofía ha sido una fuente
esencial del conocimiento. Hoy, sin embargo,
no puede haber verdadera filosofía al margen
de la ciencia.
En el museo parisino de Orsay, a orillas del Sena, se puede contemplar una estatua de ónice,
malaquita, lapislázuli y mármoles de color que esculpió Louis-Ernest Barrias en 1899.Impregnada
del erotismo del Art Nouveau, muestra a una joven que desvela su belleza ante el espectador. Su
título, la Naturaleza descubriéndose ante la Ciencia, constituye una exaltación de la ciencia
triunfante y del positivismo de la tercera república. Mucho camino han recorrido la ciencia y la
filosofía desde entonces, sobre todo en la primera mitad del s. XX, y el rápido avance de laprimera
continúa hoy sin detenerse. Por el contrario, y juzgando precisamente desde una perspectiva
histórica, la filosofía no atraviesa hoy su época de mayor esplendor.
Suele creerse que el progreso, en general, es permanente. Sin embargo, no es así: no es muy
arriesgado afirmar, por ejemplo, que la arquitectura, la pintura o la música han conocido tiempos
mejores, salvo queconstruir edificios cada vez más altos, utilizar extravagantes técnicas mixtas
sobre un lienzo o abusar de las disonancias y la percusión constituyan, per se, un progreso. Lo
mismo se podría decir de otras ramas del arte o del conocimiento, entre las que cabe incluir a la
filosofía. La constancia en el progreso –por ahora– es privativa de la ciencia (y de la tecnología).
Ello se debe, enbuena parte, a lo que el premio Nobel de física Eugene P. Wigner llamaba en 1960
‘irrazonable efectividad de las matemáticas’, es decir, a la sorprendente capacidad de éstas para
proporcionar el esquema lógico y de cálculo que permite una comprensión de la naturaleza cada vez
más precisa: ya dijo Galileo en Il Saggiatore (1623) que la naturaleza está escrita en lenguaje
matemático, locual, dicho se de paso, confiere a nuestra especie una enorme ventaja evolutiva. Este
aumento del poder predictivo y descriptivo de la ciencia, de su efectividad, contrasta con la escasa
eficacia de la filosofía para dar cuenta hoy, según la escueta definición del diccionario de la R.A.E.,
de ‘la esencia, propiedades, causas y efectos de las cosas naturales’ y, también, de nosotros mismos,de lo que somos y de nuestras acciones.
ORIGEN DE LA FILOSOFÍA
La afirmación precedente puede sorprender, pero no debe entenderse como una crítica a la
filosofía. También las civilizaciones atraviesan un período de esplendor antes de iniciar su
decadencia: a nadie asombra hoy la desaparición del imperio romano, pero es seguro que muchos de
sus ciudadanos contemplaron sucaída con estupor recordando glorias pasadas, entre las que, no
obstante, hubieran podido hallar alguna de las causas de su desplome. De forma análoga es más que
posible que la filosofía, debido a las circunstancias en las que nació, llevara en sí misma el germen
de sus futuras limitaciones. En efecto, los sistemas filosóficos clásicos surgieron exclusivamente –
no podía ser de otromodo– de la pura reflexión e introspección del filósofo, ambas inevitablemente
motivadas y condicionadas por lo que podría llamarse su experiencia vital, diferente para cada
persona. Esto explica la aparición de distintos sistemas filosóficos según las épocas, culturas y, por
supuesto, los propios filósofos. Esa experiencia vital tiene dos vertientes, social y natural, resultado
de...
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