La Filosofia En Atenas
Como deciamos, sofía empieza a recibir una serie de cartas donde el escritor le explica que es un curso de filosofía, para que sofía no se quedara conforme con lo que hasta ahorasabía de la vida y pensara más sobre el origen del universo y nosostros.
Aquí estoy de nuevo. Como ves, este curso de filosofía llegará enpequeñas dosis. He aquí unos comentarios más deintroducción.¿Dije ya que lo único que necesitamos para ser buenos filósofoses la capacidad de asombro? Si no lo dije, lo digo ahora: LOÚNICO QUE NECESITAMOS PARA SER BUENOS FILÓSOFOS ES LACAPACIDAD DE ASOMBRO.Todoslos niños pequeños tienen esa capacidad. No faltaría más.Tras unos cuantos meses, salen a una realidad totalmente nueva.Pero conforme van creciendo, esa capacidad de asombro pareceir disminuyendo. ¿Aqué se debe? ¿Conoce Sofía Amundsen larespuesta a esta pregunta?
Veamos: si un recién nacido pudiera hablar, seguramente diríaalgo de ese extraño mundo al que ha llegado. Porque, aunque elniño nosabe hablar, vemos cómo señala las cosas de sualrededor y cómo intenta agarrar con curiosidad las cosas de lahabitación.Cuando empieza a hablar, el niño se para y grita «guau, guau»cada vez que ve unperro. Vemos cómo da saltos en su cochecito,agitando los brazos y gritando «guau, guau, guau, guau». Los queya tenemos algunos años a lo mejor nos sentimos un pocoagobiados por el entusiasmo del niño.«Sí, sí, es un guau, guau»,decimos, muy conocedores del mundo, «tienes que estartequietecito en el coche». No sentimos el mismo entusiasmo.Hemos visto perros antes.Quizás se repita este episodio degran entusiasmo unasdoscientas veces, antes de que el niño pueda ver pasar un perrosin perder los estribos. O un elefante o un hipopótamo. Peroantes de que el niño haya aprendido a hablar bien, y muchoantesde que aprenda a pensar filosóficamente, el mundo se haconvertido para él en algo habitual.¡Una pena, digo yo!Lo que a mí me preocupa es que tú seas de los que toman elmundo como algo...
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