La Funcion Del Docente
Francisco Imbernón
Desde mediados del siglo pasado, el tema de la función docente ha sido un tema tratado desde diversas ópticas: administrativas, pedagógicas, sociales, políticas. Durante ese tiempo, el debate ha girado en torno diversos aspectos. En su forma ha sido, predominantemente, de cariz administrativo, y en su contenido, de una orientación tradicional sobre la función docente, que encontramos que siempre ha estado impregnada de creencias y valores compartidos por otras «misiones», como la de apostolado (Ortega, 1990), lo que ha originado un concepto y una cultura de lo profesional de funciones y cualidades docentes basados en la idealización social de la función docente, alejados de lo que realmente afectaba al profesorado, y que otorgaba un determinado valor místico a su función. Actualmente, debido a los cambios sociales, culturales y educativos de los últimos decenios, los grandes temas que se le plantean a la función docente son los siguientes:
1. El de transmisión de valores, ya sea para encasillarla en unas funciones de transmisor cultural de
los valores perennes de una determinada sociedad o para cuestionar este papel y establecer más una función de análisis crítico de esos valores. 2. El del análisis de lo que comporta asumir una profesión y una cultura profesional en una escolarización total de la población y con grandes medios de información. 3. El del análisis de la existencia o no de un conocimiento especializado. 4. El del exceso de funciones por la crisis de otras instancias educativas. En el presente apartado intentamos una reflexión sobre esos temas, decantándonos por una función docente en la búsqueda de una cultura profesional en la que existe un conocimiento pedagógico especializado y con una función específica en el desarrollo de la capacidad de análisis crítico de los valores sociales. Pero, por otra parte, si el hablar de funciones viene de lejos, el hablar y el escribir sobre profesión, profesionalización o profesionalismo en la enseñanza es, relativamente, un hecho reciente, o al menos con un nuevo estilo de análisis y lenguaje, unido, en los últimos tiempos, a los debates sobre las reformas educativas, y, sobre todo, aplicado al profesorado no universitario. Es difícil no encontrar en un texto, estudio o informe en el que no aparezcan repetidamente los términos profesión o profesional, lo que hace que haya sido asumido en el lenguaje educativo, en el popular y en el del profesorado. Pero a pesar de la frecuencia que va adquiriendo la utilización de esos términos, aún existe una configuración histórica de las prácticas educativas en el rol del profesorado no universitario que continúa siendo eminentemente subalterno. Por el contrario, no ha sucedido así en todo el profesorado, ya que al existir diferentes niveles (Infantil, Primaria, Secundaria y Universidad) y diversas categorías, se establecen diferencias de salarios y de prestigio social, en el grado de autonomía y organización, existiendo superficialmente diversos niveles de profesionalismo, aunque es posible que esta impresión no sea más que un espejismo, producto más de los buenos deseos que de una realidad social y económica. La estratificación en diversos cuerpos y categorías genera ese proceso subalterno de los que ejercen la docencia en los niveles más bajos, pero la insistencia de nuestro sistema educativo en establecer diferencias de categorías según los niveles en que se desarrolla el trabajo es una prueba de la debilidad del colectivo, cuando debería representar una reivindicación constante de demanda de unificación. Me ...
Regístrate para leer el documento completo.