la gaya ciencia
Si resulta –dice Nietzsche– que, para nuestros cálculos, conseguimosexpresar esto en fórmulas y leyes, podemos estar satisfechos. Pero ello no significa que hayamos descubierto ninguna realidad, ninguna “moralidad” en el mundo, sino que tan sólo nos lo hemos imaginado “obediente”[38]. No hay leyes. Es el deseo de poder el que, en cada instante, motiva todo acontecer. Y es el hecho de que el poder encuentra generalmente un modo determinado de actuar como modo mejorpara acrecentarse, en donde se basa la calculabilidad. Puesto que la fuerza no se define sino por la acción y resistencia, la traducción de este devenir en el mundo visible sólo se comprende mediante el concepto de movimiento. Sin embargo, tampoco este concepto debe significar que se pueda sobreentender lícitamente la existencia de una cosa que pone en movimiento a otra cosa que se deja mover. “Nohay sujeto-objeto, agentes separados de la acción, la acción separada de aquello que la produce. El lenguaje nos seduce, como nos seducen los sentidos, por una semiótica del movimiento que no indica nada de sí”[39].
Según Nietzsche, la ciencia ha hecho posible hasta ahora la comprensión del universo sobre la base de dos ficciones fundamentales. Por una parte, el concepto de movimiento,configurado a partir del lenguaje y su seducción[40]: por otra, el concepto de átomo, configurado a partir de de la creencia en nuestro yo. La propuesta de Nietzsche no significa, frente a esta comprensión, tanto la aportación de nuevos conceptos cuanto una reelaboración de los ya existentes que transfigura su sentido y su valor. Una reelaboración que gira, sobre todo,al rededor de su desmetafisización ydesustancialización; de la denuncia de la permanente seducción que el lenguaje ejerce en el sentido de una fetichización del referente de estos conceptos. Tanto el movimiento como los átomos deben aludir, para Nietzsche, a “cantidades dinámicas en relación, o sea, en su recíproca interacción. La voluntad de poder no es un ser, ni un devenir, sino un pathos [...] del que resulta precisamente undevenir”[41].
“Es esencial no equivocarse sobre el papel de la conciencia: nuestra relación con el mundo externo es lo que ha desarrollado la conciencia”[42]. Nuestra relación con el mundo no es una relación sujeto-objeto. La relación humana con las cosas tiene lugar de tal manera que precisa de la separación ficticia entre un elemento subjetivo relativamente estable y otros elementos, tambiénrelativamente estables, a modo de objetos externos. Estas nociones de sujeto y objeto no son más que constructos imaginarios requeridos para poder vivir: Para que una especie determinada pueda conservarse y crecer en su poder es preciso que su concepción de la realidad abrace bastantes cosas calculables y constantes, para que pueda construir sobre ella un esquema de su conducta. La utilidad para laconservación –y no una necesidad abstracta y teórica de no ser engañado– se sitúa como motivo detrás de la evolución de los órganos de conocimiento. Por tanto, el sujeto no es nada dado, sino tan sólo algo “añadido, imaginado, supuesto debajo” y que proporciona la ilusión de un punto de referencia estable en medio del devenir universal. El yo es algo puesto por el pensamiento, una creencia...
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