La Gran Piedra Del Jardin De Jose Agustin
Un proceso similar aconteció con cuanto frasco to- maba y apuesto queestuvo a punto de sugerir que mejor compráramos algo si no hubiésemos protestado. Entonces, no de buena gana, sacó una de ron. Todos nos servimos tragos para adulto, pero Pascual hacía trampa: se servía poco ron, mucho refresco y aun le echaba agua. Sin embargo, fue el primero en marearse. Le siguió Ricardo, que había estado secreteán- dose con Hugo y Óscar. El canalla se levantó para decir:
—Hedecidido pelarme de casa, me iré tan pronto como sea posible. Él —me señaló, el canalla— está de acuerdo conmigo y piensa acompañarme.
Quise aclarar que era una mentira king size, pero Pascual gritó:
—Perfecto perfecto perfecto, nosotros seremos tumbas y no diremos nada cuando empiecen a buscarlos, ¡salud!
Todos bebimos. Ricardo dio un saltísimo para proclamar con entusiasmo:
—Nada de eso, elchiste es que seamos varios, ¿por qué no vienen ustedes también?
Súbito silencio.
—Pues... —musitó Pascual.
Hugo fingió quedarse pensativo mientras Óscar balbucía:
—Yo, no sé, habría que pensarlo.
Interrumpí, juzgando que era el momento adecuado.
—Oye, Ricardo, en la mañana nunca dije que te acompañaría... —me miró ofendido.
—Pero tú...
—Dije que no —insistí—, es más, no creo que hagasnada.
—¿Me estás tomando por un rajón?
No quise contestar porque lo conozco y sé que le encanta hacer tango por cualquier asunto. Pascual, con lucidez insospechada, logró parar todo al decirnos que aún tenía otra sorpresa. Uy, qué emoción. Ricardo olvidó toda ofensa, y como chamaquito, empezó a preguntar cuál sorpresa. Hugo y Óscar gimoteaban también y nuestro anfitrión, feliz.
—Antes que nada,otro chupe —dijo y sirvió de nuevo. Con toda mi mala leche intervine:
—Dame tu vaso, Pascual, estás haciéndote pato.
Quedó sorprendido y aproveché ese instante para arrebatar el vaso: casi lo llené de ron y sólo puse un chorrito de refresco. Pascual quiso protestar.
—Oye, nadie está bebiendo así.
Me tragué un pero tú sí al decirle que eso no era cierto y lo invité a probar nuestros vasos,rematándolo con un pato pascual. Titubeó un momento, y como seguramente recordó que sus padres no regresarían en una semana, aceptó la perspectiva de quedar privado.
—La sorpresa —gimió Hugo.
—Primero hay que chuparle —insistí, comprendiendo que también yo comenzaba a marearme.
Automáticamente, todos bebimos, como si fuera algo sagrado. Hugo y Ricardo, impacientes, exigieron la sorpresa, amenazandocon abrir el brandy solera. Pascual se levantó sonriendo, para perderse por el pasillo. Aunque parezca mentira, nos sentimos desamparados (un poco) durante su ausencia, y quizá por eso, cuando regresó apuramos nuestros tragos a guisa de bienvenida.
Pascual venía muy misterioso, con varias revistas a todas luces gringas dado lo brillante del papel. Se colocó en el centro del sofá, y al momento,Hugo y Óscar fueron a su lado. Me coloqué atrás, junto a Ricardo. Pascual ya estaba diciendo, pero sin dejarnos ver las revistas.
—Las encontré el otro día, mi papá me encerró en la biblioteca, castigado, como no tenía nada que hacer, revolví todo y así salieron estas preciosidades. Vean nomás.
Abrió una revista al azar. Fiu, silbaron todos al ver a una muchacha desnuda cubriendo su sexo con...
Regístrate para leer el documento completo.