La guerra del fútbol
En esta ocasión, Luis expresó su opinión sobre la guerra que se nos avecinaba, después de doblar el periódico en el que acababa de leer una crónica deportiva, dedicada al partido de fútbol que habían jugado las selecciones nacionales de Honduras y El Salvador. Los dos equipos luchaban por clasificarse para el Mundial que, según lo anunciado, secelebraría en México en 1970.
El primer partido se jugó el domingo 8 de junio de 1969
en la capital de Honduras, Tegucigalpa.
Nadie en todo el mundo prestó la más mínima atención a este acontecimiento.
El equipo de El Salvador llegó a Tegucigalpa el sábado, y todos sus miembros pasaron la noche en blanco en el hotel. No pudieron dormir porque fueron víctima de una guerra psicológica que desencadenaronlos hinchas hondureños. El hotel se vio rodeado por un hervidero de gente. La multitud arrojaba piedras contra los cristales y aporreaba láminas de hojalata y bidones vacíos. A cada momento estallaban con estruendo los petardos. Se disparaban en aullidos espantosos los cláxones de los coches que habían rodeado el hotel. Los hinchas silbaban, chillaban, proferían gritos llenos de hostilidad. Elescándalo se prolongó durante toda la noche. Y todo para que los jugadores del equipo contrario, sin haber podido pegar ojo, nerviosos y cansados, perdieran el partido. En Latinoamérica, semejantes prácticas están a la orden del día, así que no sorprenden a nadie.
Al día siguiente, Honduras venció al equipo de El Salvador, muerto de sueño, por 1 a 0.
Cuando el delantero centro del equipo hondureño,Roberto Cardona, metió en el último minuto el gol de la victoria, en El Salvador, una muchacha de dieciocho años, Amelia Bolaños, que estaba viendo el partido sentada frente al televisor, se levantó de un salto y corrió hacia el escritorio, en uno de cuyos cajones su padre guardaba una pistola. Se suicidó de un disparo en el corazón. «Una joven que no pudo soportar la humillación a la que fuesometida su patria», publicó al día siguiente el diario salvadoreño El Nacional. Transmitido en directo por televisión, al entierro de Amelia Bolaños asistió la capital entera. Encabezaba el cortejo fúnebre la compañía de honor del ejército de El Salvador, portando su estandarte. Detrás del féretro, cubierto con la bandera nacional, marchaba el presidente de la república acompañado de sus ministros.Tras el gobierno desfilaban los once jugadores del equipo de El Salvador, que esa misma mañana habían vuelto al país a bordo de un avión especial, no sin que antes, en el aeropuerto de Tegucigalpa, les llenaran de vituperios, les escupieran en la cara, los ridiculizaran y vilipendiaran.
Una semana después se celebraba en un campo de fútbol de bello nombre, Flor Blanca, de la capital salvadoreña,San Salvador, el partido de vuelta. Esta vez fue el equipo de Honduras el que pasó la noche en blanco: una multitud de hinchas encolerizados rompieron todos los cristales de las ventanas del hotel para, a continuación, arrojar al interior de las habitaciones toneladas de huevos podridos, ratas muertas y trapos apestosos. Los jugadores fueron llevados al estadio en carros blindados de la I...
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