la hora del olvido
El columnista y escritor William Ospina, en su artículo presentado en el periódico el Espectador, con fecha del 8 de agosto de 2010, el cual titula: ¿La hora del Olvido?, nos plantea un tema que está muy actualizado ya que se relaciona con el proceso de participación ciudadana y de democracia vivido en el pueblo colombiano. El autor pone de manifiesto que en ocho días se olvidaráque los votos de Santos eran de Uribe y que ahora pertenecen a la vieja y pulcra aristocracia colombiana, en esto tiene razón el autor ya que para todo el pueblo colombiano y para la comunidad internacional el candidato del presidente Álvaro Uribe era el señor Juan Manuel Santos, es decir las personas que querían que continuara en el poder Álvaro Uribe como este no pudo ser candidato nuevamente,entonces le endosaron los votos a Juan Manuel Santos, pero como el pueblo olvida tan fácil esta situación pasara a la historia y se centrara en la vieja y pulcra aristocracia ya que Juan Manuel Santos viene de una cuna con poder económico, social y político muy definida, tanto es así que es nieto de Eduardo Santos; presidente de la república en el periodo 1938-1942, igualmente la familia Santosse destaca por ser los dueños del periódico el Tiempo y por su cultura y educación muy avanzada.
El columnista William Ospina, cuestiona algunas situaciones que opacan la libertad de derechos y la democracia en Colombia, es por esto que lanza la siguiente pregunta: ¿Cuándo se habrá regenerado la democracia Colombiana? para responder esta inquietud el autor describe la realidad social y el idealde una democracia soñada de la siguiente manera :el día en que el Salto del Tequendama huela a agua y a musgo; el día en que el río Bogotá no sea el retrato secreto de nuestro orden urbano; el día en que el río Magdalena no esté envenenado con mercurio y no haga nacer niños con el paladar hendido; el día en que cuatro millones de campesinos que hoy piden limosna en los semáforos, o en lasventanillas de Acción Social, sean protagonistas verdaderos de nuestra historia; el día en que veinticinco millones de pobres absolutos que tiene Colombia sean cincuenta millones de manos produciendo y consumiendo, y millones de cerebros aportando su inteligencia a este país donde todavía la cuna decide desde el primer día si uno será sicario o presidente.
Es de anotar como se presenta la sensibilidad yla reacción de la comunidad a ciertos actos del gobierno que para algunos era aceptable e incluso aplaudido y para otros eran hechos reprochables, el autor expresa como mucha gente que se benefició con este experimento de plata en una mano y fusil en la otra, de una vela a Dios y otra al Diablo, de diminutivos y palabrotas, de humildad simulada y soberbia con poncho; mucha gente que se beneficióde este régimen que sabía siempre cuándo abrir los ojos y cuándo cerrarlos; dónde no enterarse de nada (como con DMG) y dónde enterarse de todo (como en los teléfonos intervenidos por orden del poder); gente que aplaudió y bendijo las licencias de un legalismo entreverado de arbitrariedad y de trampa, ahora volverá al clásico respeto de las apariencias, a la misa piadosa, al habla bien castiza, ala respetabilidad republicana que nos legaron nuestros mayores, y tratarán de cerrar la grieta que se abrió en las viejas murallas del poder, por donde rezumó una cierta pestilencia.
Ya se siente. Como al otro día del episodio de las bananeras en la novela de García Márquez, aquí no habrá pasado nada, todo fue un malestar, un mareo, un mal sueño. Los linajes más respetables no apoyaron jamás alas hordas del saqueo; “nadie los vio desembarcar en la unánime noche, nadie vio la canoa de bambú revolcándose en el fango sagrado”.
El autor continúa haciendo un recuento de innumerables hechos transcurridos en estos años y que no se pueden olvidar, es así como se descubrirán con horror que, además de los secuestros y los otros crímenes de las guerrillas, el fruto podrido de cien años de...
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