la hora
El espectáculo y el entretenimiento ha lastrado el cine, la literatura y la música hasta deturpar su antiguacalidad, en opinión del autor. Solo los departamentos de investigación y los críticos especializados resisten frente a la degeneración de la cultura; ellos, unos pocos especialistas, saben lo que esbueno, o es mejor, pero se ven obligados a encerrarse en un mundo lamentablemente hermético y a denostar el otro resto del mundo, lamentablemente masivo. Y no aciertan a sentenciar que esta cultura delespectáculo adormece y propaga “la autocomplacencia y la autosatisfacción” (37), exactamente como un producto más del mundo mercantilizado a que hemos llegado. A partir de aquí, desfilan programas detelevisión, estrellas de cine o bandas de rock (o reputados cineastas como Woody Allen) como agentes de perversión de la verdadera cultura y de la inocente juventud: “En la fiesta y el conciertomultitudinarios los jóvenes de hoy comulgan, se confiesan, se redimen, se realizan y gozan de ese modo intenso y elemental que es el olvido de sí mismos”. (39)
Como respuesta a estas palabras que rozanla homilía (como género), podemos pensar que Bach o Mozart pueden ser tan evasivos para el sujeto como Paulina Rubio o el Real Madrid (si se me permite el símil), con lo que debemos descartar que, enrealidad, las intenciones del autor sean las de vindicar unas formas culturales concretas (la llamada “alta cultura”, que ni Peter Burke ni Néstor García Canclini pueden definir sin apenas problemas,dada su exigencia intelectual y su minuciosidad en el análisis), y debemos empezar a pensar que, en realidad, las intenciones del autor son las de vindicar una fuerza concreta que ve amenazada su...
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