La hucha
Lo mismo pensaban los restantes objetos, aunque se lo callaban; pues no faltaban temas de conversación. El cajónde la cómoda, medio abierto, permitía ver una gran muñeca, más bien vieja y con el cuello remachado. Mirando al exterior, dijo:
-Ahora jugaremos a personas, que siempre es divertido.
-¡El alborotoque se armó! Hasta los cuadros se volvieron de cara a la pared -pues bien sabían que tenían un reverso-, pero no es que tuvieran nada que objetar.
Era medianoche, la luz de la luna entraba por laventana, iluminando gratis la habitación. Era el momento de empezar el juego; todos fueron invitados, incluso el cochecito de los niños, a pesar de que contaba entre los juguetes más bastos.
-Cada unotiene su mérito propio -dijo el cochecito-. No todos podemos ser nobles. Alguien tiene que hacer el trabajo, como suele decirse.
El cerdo-hucha fue el único que recibió una invitación escrita; estabademasiado alto para suponer que oiría la invitación oral. No contestó si pensaba o no acudir, y de hecho no acudió. Si tenía que tomar parte en la fiesta, lo haría desde su propio lugar. Que los demásobraran en consecuencia; y así lo hicieron.
El pequeño teatro de títeres fue colocado de forma que el cerdo lo viera de frente; empezarían con una representación teatral, luego habría un té y...
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