la identidad humana
Esta revolución digital, sin embargo, avanza con frecuencia a unosritmos superiores a nuestra capacidad de asimilación, y lo hace en un contexto de fragilidad cultural, marcado por la fragmentación y la opacidad de la imagen del hombre. El escepticismo acerca de laposibilidad de dar con unos valores humanos universales; la serena aceptación de que las diferencias culturales son irreductibles, a pesar del noble anhelo de la paz mundial; la convicción de que elser humano puede reinventarse sin límites, y de que todo lo técnicamente posible es por lo mismo deseable: las tierras movedizas de la postmodernidad, en definitiva, se confían a las nuevas tecnologías,con la esperanza de que traerán el suelo que nos falta, la tierra firme de un mundo auténticamente humano. Pero la técnica sola, con todas sus ventajas y beneficios, no puede darnos las señas deidentidad del hombre: ella llegó después.
La identidad humana no está ligada solamente a la conservación de una memoria individual y colectiva, sino sobre todo a la posibilidad de concebir la propiaexistencia como una historia con sentido, como una narración que no se disuelva en el absurdo de una mera suma de fragmentos de felicidad, una frenética sucesión de relaciones efímeras, o un progresosin más norte que el progreso mismo. La identidad se fragua en la continuidad de un diálogo abierto consigo mismo, con los demás, y con la realidad; en la resolución para dar con las semillas de una...
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