La Ilusi N De Carnaval Publ
Páginas: 4 (956 palabras)
Publicado: 24 de marzo de 2015
LA ILUSIÓN DE CARNAVAL
Por GABRIELA ARTAZA TORO
gabriela.artaza@bue.edu.ar
El calor era insoportable.Trabajar allí se le hacía intolerable, asfixiante, no se sentía parte del grupo. Esperaba todo el día el momento que las persianas del taller bajaran. Allí empezaba la vida.
Si el trabajo escaseabacomenzaban los chistes de mal gusto, las bromas pesadas y las historias de fin de semana. Por suerte Armando había dejado de ser el centro de las bromas; creía ya haber pagado el “derecho de piso”.-¡Negro! ¿Cómo te fue con la rubia? - preguntó el Tano.
-Ya fue - contestó desganado.
-¡No puede ser! ¡No hay mina que te venga bien! ¡Esa era un camión con acoplado!
-Este muchacho no se quierecomprometer - agregó Hugo, el mecánico más antiguo, mientras cebaba mate.
-Dale Gordo, contanos tus aventuras de cuando eras marino - pidió otra vez el paraguayo.
El gordo comenzó a contar sus andanzas en elcarnaval de Río y de los burdeles de Brasil. Eran relatos coloridos de detalles, donde el protagonista terminaba siempre rodeado de bellas mujeres que brindaban sus servicios sin costo alguno debido alviril desempeño demostrado.
- Contate algo de tu pueblo, Armando…, pa’ mí tenés una china escondida y no querés presentarla por miedo a la fama del gordo - dijo Juan desde el fondo-, y las risotadascomenzaron a retumbar en el techo del galpón.
Como siempre, Armando no participaba. Escuchaba en silencio una y otra vez los mismos relatos. Su estrategia era no responder a ninguna provocación y asíhabía subsistido, evitando dar detalles de su vida.
-¡Vamo’ el sábado a ver las minas del corso de Boedo! - gritó desde el foso el Tano.
Sólo el Negro pudo acompañarlo, era el único sin compromisossentimentales. Las calles del centro estaban cortadas para que las comparsas se lucieran en el desfile, las luces y los banderines de colores adornaban la avenida Boedo, las gradas de los costados...
LA ILUSIÓN DE CARNAVAL
Por GABRIELA ARTAZA TORO
gabriela.artaza@bue.edu.ar
El calor era insoportable.Trabajar allí se le hacía intolerable, asfixiante, no se sentía parte del grupo. Esperaba todo el día el momento que las persianas del taller bajaran. Allí empezaba la vida.
Si el trabajo escaseabacomenzaban los chistes de mal gusto, las bromas pesadas y las historias de fin de semana. Por suerte Armando había dejado de ser el centro de las bromas; creía ya haber pagado el “derecho de piso”.-¡Negro! ¿Cómo te fue con la rubia? - preguntó el Tano.
-Ya fue - contestó desganado.
-¡No puede ser! ¡No hay mina que te venga bien! ¡Esa era un camión con acoplado!
-Este muchacho no se quierecomprometer - agregó Hugo, el mecánico más antiguo, mientras cebaba mate.
-Dale Gordo, contanos tus aventuras de cuando eras marino - pidió otra vez el paraguayo.
El gordo comenzó a contar sus andanzas en elcarnaval de Río y de los burdeles de Brasil. Eran relatos coloridos de detalles, donde el protagonista terminaba siempre rodeado de bellas mujeres que brindaban sus servicios sin costo alguno debido alviril desempeño demostrado.
- Contate algo de tu pueblo, Armando…, pa’ mí tenés una china escondida y no querés presentarla por miedo a la fama del gordo - dijo Juan desde el fondo-, y las risotadascomenzaron a retumbar en el techo del galpón.
Como siempre, Armando no participaba. Escuchaba en silencio una y otra vez los mismos relatos. Su estrategia era no responder a ninguna provocación y asíhabía subsistido, evitando dar detalles de su vida.
-¡Vamo’ el sábado a ver las minas del corso de Boedo! - gritó desde el foso el Tano.
Sólo el Negro pudo acompañarlo, era el único sin compromisossentimentales. Las calles del centro estaban cortadas para que las comparsas se lucieran en el desfile, las luces y los banderines de colores adornaban la avenida Boedo, las gradas de los costados...
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