La inexplicable muerte de Sr. Signor
Mientras Roma y algunas ciudades de la Italia de esa época, como Florencia (1527-1529) erasaqueada, Enrique VIII de Inglaterra y Francisco I de Francia estaban formando una alianza militar en contra del emperador. Enrique buscaba el favor del Papa ya que quería divorciarse de Catalina, que era tía del emperador. La guerra terminó en 1529 con el tratado de Cambray.
Después del tratado de paz de Cambray, el emperador, el Papa y el Rey de Francia unieron sus fuerzas en la Dieta de Espira(1529), determinando usar medidas drásticas para restaurarle el poder a la iglesia católica romana. Quedó asentado así: "...que tanto los rebautizadores como los rebautizados, todos los hombres y las mujeres con uso de razón, fuesen juzgados y sentenciados a muerte por los jueces espirituales sin hacérseles previas investigaciones".
Ya era muy evidente para los líderes católicos que era necesariofrenar al protestantismo. Los protestantes casi fueron arrasados y el Papa se enfrentó al problema de cómo abordar los elementos del cristianismo que negaban muchos aspectos de la fe católica romana.
Durante la peste bubónica de 1545, 34 mujeres fueron quemadas o descuartizadas por sospecha de propagar la plaga por medio de magia, oscurantismo obviamente, que había llegado desde 1524 a Florencia y asus bellas mujeres a quienes las hacían abjurar y las encarcelaban....
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Llegué a mi pensión a las cinco de la mañana, totalmente embriagado de amor por Lucrezia, de quien había hablado toda la noche, embriagado de ese perfume arrobador que no tenía dueña y embriagado de las deliciosas botellas de vino que entre los cinco habíamos bebido con frenesí y alegría, producto notan sólo de las copas, sino del reencuentro de una amistad que me parecía ya había conocido. Me eché en la cama mirando el cielo raso envejecido y bellamente decorado con pinturas de mi habitación, y dibujando en mi imaginación mil cabriolas e ideas que aunque desordenadas, todas tenían un denominador común, y ese era Lucrecia. La veía sentada en la galería de los Uffizi, después corriendo por laribera del río, luciendo su atractiva, sexual y carnosa figura y esa cabellera castaña, que encendía endiabladamente mi pasión por ella. Me dormí acurrucado en su perfume y sobre el regazo de su ensoñadora persona...
Desperté al escuchar una voz cantarina que me dijo: signore bon giorno - bella luce per Firenze, ¿que ropa se pondrá hoy día el señor?. Entre los clásicos humos de una bella y agitadanoche, no podía despertar del todo y observar lo que estaba sucediendo; hice un esfuerzo y empecé a mirar el techo de la habitación, donde con asombro pude observar, que las bellas pinturas oscuras que habían en él, se encontraban relucientes, brillantes, como recién pintadas; mi cama y los muebles habían rejuvenecido, todo era nuevo, los cortinajes y cuadros, así como los muebles, porcelanas y...
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