la innorancia

Páginas: 22 (5294 palabras) Publicado: 8 de mayo de 2014
Canto XXII – Muerte de Héctor

1 Los troyanos, refugiados en la ciudad como cervatos, se recostaban en los hermosos baluartes, refrigeraban el sudor y bebían para apagar la sed; y en tanto los aqueos se iban acercando a la muralla, con los escudos levantados encima de los hombros. La Parca funesta sólo detuvo a Héctor para que se quedara fuera de Ilio, en las puertas Esceas. Y Febo Apolo dijoal Pelión:
8 ‑¿Por qué, oh hijo de Peleo, persigues en veloz carre­ra, siendo tú mortal, a un dios inmortal? Aún no conociste que soy una deidad, y no cesa to deseo de alcanzarme. Ya no te cuidas de pelear con los troyanos, a quienes pusiste en fuga; y éstos han entrado en la población, mientras to extraviabas viniendo aquí. Pero no me matarás, porque el hado no me condenó a morir.
14 Muyindignado le respondió Aquiles, el de los pies li­geros:
15 ‑¡Oh tú, que hieres de lejos, el más funesto de todos los dioses! Me engañaste, trayéndome acá desde la muralla, cuando todavía hubieran mordido muchos la tierra antes de llegar a Ilio. Me has privado de alcanzar una gloria no pe­queña, y has salvado con facilidad a los troyanos, porque no temías que luego me vengara. Y ciertamente me vengaríade ti, si mis fuerzas to permitieran.
21 Dijo y, muy alentado, se encaminó apresuradamente a la ciudad; como el corcel vencedor en la carrera de carros trota veloz por el campo, tan ligeramente movía Aquiles pies y rodillas.
25 EI anciano Príamo fue el primero que con sus propios ojos le vio venir por la llanura, tan resplandeciente como el astro que en el otoño se distingue por sus vivos rayosen­tre muchas estrellas durante la noche obscura y recibe el nombre de “perro de Orión”, el cual con ser brillantísimo constituye una señal funesta porque trae excesivo calor a los míseros mortales; de igual manera centelleaba el bron­ce sobre el pecho del héroe, mientras éste corría. Gimió el viejo, golpeóse la cabeza con las manos levantadas y profi­rió grandes voces y lamentos, dirigiendosúplicas a su hijo. Héctor continuaba inmóvil ante las puertas y sentía vehe­mence deseo de combatir con Aquiles. Y el anciano, ten­diéndole los brazos, le decía en tono lastimero:
38 ‑¡Héctor, hijo querido! No aguardes, solo y lejos de los amigos, a ese hombre, para que no mueras presto a manos del Pelión, que es mucho más vigoroso. ¡Cruel! Así fuera tan caro a los dioses, como a mí: pronto se locomerían, tendi­do en el suelo, los perros y los buitres, y mi corazón se li­braría del terrible pesar. Me ha privado de muchos y valientes hijos, matando a unos y vendiendo a otros en remotas islas. Y ahora que los troyanos se han encerrado en la ciudad, no acierto a ver a mis dos hijos Licaón y Polidoro, que parió La­ótoe, ilustre entre las mujeres. Si están vivos en el ejército, los rescataremoscon bronce y oro, que todavía to hay en el palacio; pues a Laótoe la dotó espléndidamente su anciano padre, el ínclito Altes. Pero, si han muerto y se hallan en la morada de Hades, el mayor dolor será para su madre y para mí que los engendramos; porque el del pueblo durará me­nos, si no mueres tú, vencido por Aquiles. Ven adentro del muro, hijo querido, para que salves a los troyanos y a lastro­yanas; y no quieras procurar inmensa gloria al Pelida y per­der tú mismo la existencia. Compadécete también de mí, de este infeliz y desgraciado que aún conserva la razón; pues el padre Cronida me quitará la vida en la senectud y con acia­ga suerte, después de presenciar muchas desventuras: muer­tos mis hijos, esclavizadas mis hijas, destruidos los tálamos, arrojados los niños por el suelo en elterrible combate y las nueras arrastradas por las funestas manos de los aqueos. Y cuando, por fin, alguien me deje sin vida los miembros, hi­riéndome con el agudo bronce o con arma arrojadiza, los vo­races perros que con comida de mi mesa crié en el palacio para que lo guardasen despedazarán mi cuerpo en la puerta exterior, beberán mi sangre, y, saciado el apetito, se tende­rán en el pórtico....
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