La inutil vida de pito perez
Nos sentamos al borde del campanario, con las piernas colgando hacia fuera. Mis zapatos nuevos junto a los de Pito Pérez
brillaban con su necio orgullo de ricos, tanto, que Pito los miró
con desdén y yo sentí el reproche de aquella mirada. Nuestros
pies eran el compendio de todo un mundo social, lleno de injusticias y desigualdades.
—¿Por qué dijo usted que nuestraconversación sería el diá-
logo entre un poeta y un loco?
—Porque usted presume de poeta y a mí me tienen por loco
de remate en el pueblo. Aseguran que falta un tornillo a toda mi
familia. ¡Qué barbaridad! Dicen que mis hermanas Herlinda y
María padecen locura mística y que por eso no salen de la iglesia;
afirman las gentes que Concha está tocada porque pasa los días
enseñando a los perroscallejeros a sentarse en las patas traseras y a
un gato barcino que tiene, a comer en la mesa con la pulcritud de un
caballero; Josefa se tiró de cabeza a un pozo dizque porque estaba
loca; y Dolores se enamoró de un cirquero por la misma causa, según
la infalibilidad de esos Santos Padres que andan por allí sueltos:
Joaquín, el sacerdote, no quiere confesar a las beatas, porque está
loco, yyo me emborracho, canto, lloro y voy por las calles con el
vestido hecho jirones ¡porque estoy loco! ¡Qué lógica tan imbécil!
Locos son los que viven sin voluntad de vivir, tan sólo por temor a la
muerte, locas las que pretenden matar sus sentimientos y por el qué
dirán no huyen con un cirquero; locos los que martirizan a los animales en lugar de enseñarles a amar a los hombres —¿no escierto,
hermano de Asís?—; locos los que se arrodillan delante de un ente
igual a ellos, que masculla latín y viste sotana, para contarle cosas
sucias, como esas lavanderas que bajan al río todos los sábados, a
lavar su camisa, a sabiendas de que a la siguiente semana volverán a
lo mismo porque no tienen otra que ponerse, y más locos que yo los
que no ríen, ni lloran, ni beben porque sonesclavos de inútiles respetos sociales. Prefiero a mi familia de chiflados y no a ese rebaño
de hipócritas que me ven como animal raro porque no duermo en
su majada, ni balo al unísono de los otros.
—Pero una cosa es que algunos lo juzguen loco y otra que
usted viva haciendo extravagancias —y perdone que se lo diga 16
colección los ríos profundos
con tanta franqueza— sin que le importesu buena fama. ¿Para
qué le sir ve su inteligencia?
—¡Qué inteligencia ni qué demontre! Lo cierto —y usted
no lo creerá— es que soy un desgraciado. Mi mala suerte me persigue desde que nací y todo lo que emprendo me sale al revés de
como yo lo he deseado. Pero no vaya usted a pensar que por eso
bebo; me emborracho porque me gusta, y nada más. Si tengo
algún talento, lo aplico enencontrar los medios para que la
bebida me resulte de balde, y así obtengo un doble placer. ¡Cómo
gocé durante aquellos días en que me bebí un barril entero de
cat alán en la t ienda de los Flores, sin que ellos se dieran cuent a de
mi maña! Le voy a contar a usted cómo lo hice, por si algún día
quiere aprovecharse de mi truco:
En la tienda de los Flores los barriles del vino servían derespaldo a las sillas de los visitantes. En calidad de tal, llegaba
yo todas las noches y tomaba asiento, muy en mi juicio, cerca de
uno de los barriles. Después de un rato de charla me ponía en
pie con grandes dificultades y hablando entre dientes. “¡Pero este
Pito Pérez cómo se emborrachará! —comentaban, noche a noche,
los dueños de la tienda. Llega en sus cabales y se va siempre encuatro patas”. Y era verdad. A gatas tenía que atravesar las bocacalles para no perder el rumbo de mi casa, unas veces maullando
como gato, y otras, ladrando como perro, de modo tan real, que
los auténticos animales me seguían pretendiendo jugar conmigo.
El secreto de mis borracheras era éste: Con un tirabuzón logré
hacer un agujero en la tapa de uno de los barriles y por allí introduje una...
Regístrate para leer el documento completo.