La isla del tesoro - robert louis stevenson

Páginas: 276 (68795 palabras) Publicado: 23 de junio de 2011
ROBERT LOUIS STEVENSON
LA ISLA DEL TESORO

Robert Louis Stevenson (1850 - 1894) Imagen de dominio público. Fuente:
http://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Treasure_Island-Scribner%27s-1911.jpg

LA ISLA DEL TESORO

Para S.L. 0., un caballero americano, de acuerdo con cuyo clásico gusto ha sido imaginada la narración que sigue, y al que ahora, agradeciéndole tantas horas deliciosas, y con losmejores deseos, dedica estas páginas su afectuoso amigo, EL AUTOR Para el comprador indeciso Si los cuentos que narran los marinos, Hablando de temporales y aventuras, de sus amores y sus odios, De barcos, islas, perdidos Robinsones Y bucaneros y enterrados tesoros, Y todas las viejas historias, contadas una vez más De la misma forma que siempre se contaron, Encantan todavía, como hicieronconmigo, A los sensatos jóvenes de hoy: -¿Qué más pedir? Pero si ya no fuera así, Si tan graves jóvenes hubieran perdido La maravilla del viejo gusto Por ir con Kingston o con el valiente Ballantyne, O con Cooper y atravesar bosques y mares: Bien. ¡Así sea! Pero que yo pueda Dormir el sueño eterno con todos mis piratas Junto a la tumba donde se pudran ellos y sus sueños.

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PARTE PRIMERA ELVIEJO PIRATA Capítulo 1 Y el viejo marino llegó a la posada del «Almirante Benbow» El squire Trelawney, el doctor Livesey y algunos otros caballeros me han indicado que ponga por escrito todo lo referente a la Isla del Tesoro, sin omitir detalle, aunque sin mencionar la posi ción de la isla, ya que todavía en ella quedan riquezas enterradas; y por ello tomo mi pluma en este año de gracia de 17...y mi memoria se remonta al tiempo en que mi padre era dueño de la hostería «Almirante Benbow», y el viejo curtido navegante, con su
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rostro cruzado por un sablazo, buscó cobijo para nuestro techo. Lo recuerdo como si fuera ayer, meciéndose como un navío llegó a la puerta de la posada, y tras él arrastraba, en una especie de angarillas, su cofre marino; era un viejo recio, macizo,alto, con el color de bronce viejo que los océanos dejan en la piel; su coleta embreada le caía sobre los hombros de una casaca que había sido azul; tenía las manos agrietadas y llenas de cicatrices, con uñas negras y rotas; y el sablazo que cruzaba su mejilla era como un costurón de siniestra blancura. Lo veo otra vez, mirando la ensenada y masticando un silbido; de pronto empezó a cantar aquellaantigua canción marinera que después tan a menudo le escucharía: «Quince hombres en el cofre del muerto... ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¡Y una botella de ron!» con aquella voz cascada, que parecía afinada en las barras del cabrestante. Golpeó en la puerta con un palo, una especie de astil de bichero en que se apoyaba, y, cuando acudió mi padre, en un tono sin contemplaciones le pidió que le sirviera un vaso deron. Cuando se lo trajeron, lo bebió despacio, como hacen los catadores, chascando la lengua, y sin dejar de mirar a su alrededor, hacia los acantilados, y fijándose en la muestra que se balanceaba sobre la puerta de nuestra posada. -Es una buena rada -dijo entonces-, y una taberna muy bien situada. ¿Viene mucha gente por aquí, eh, compañero? Mi padre le respondió que no; pocos clientes, pordesgracia. -Bueno; pues entonces aquí me acomodaré. ¡Eh, tú, compadre! -le gritó al hombre que arrastraba las angarillas-. Atraca aquí y echa una mano para subir el cofre. Voy a hospedarme unos días -continuó-. Soy hombre llano; ron; tocino y huevos es todo lo que quiero, y aquella roca de allá arriba, para ver pasar los barcos. ¿Que cuál es mi nombre? Llamadme capitán. Y, ¡ah!, se me olvidaba, perdona,camarada... -y arrojó tres o cuatro monedas de oro sobre el umbral-. Ya me avisaréis cuando me haya . comido ese dinero -dijo con la misma voz con que podía mandar un barco. Y en verdad, a pesar de su ropa deslucida y sus expresiones indignas, no tenía el aire de un simple marinero, sino la de un piloto o un patrón, acostumbrado a ser obedecido o a castigar. El hombre que había portado las...
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