La ladrona de libros
Max escribe una historia sobre papeles del ‘Mein Kampf’, es como invertir la maldad de laideología de Hitler hacia algo noble. Liesel también escribe, lo que nos da una figura de cajas chinas, con historias secundarias insertas dentro de la original. Su amigo Rudy le ayuda a buscar librospara las veladas lectoras que organizan durante los bombardeos, sacando la mente y el espíritu del auditorio del terror, porque los engancha en obras que los distraen de ese contexto de sufrimiento.Leer para vivir frente a la muerte
El círculo de amigos y familia de Liesel es contrario a Hitler, así Rudy se pinta la cara de negro para jugar a ser Jesse Owens, el velocista que triunfó en lasolimpiadas de Berlín. Aparte de superar el racismo, esta gente recrea la escena de las lecturas de sobremesa que encontramos en ‘el Quijote’, con la diferencia de que se realizan en tiempo de guerra.La narración por voz de la muerte dota de cierta extrañeza al relato, por un momento, la muerte se detiene a observar seres vivos que durante la guerra podrían engrosar las víctimas que lleva al másallá en su día a día.
El interés por los nuevos novelistas sobre la memoria histórica alrededor de la segunda guerra mundial parece inagotable, y es que sobre la realidad hay bastante que recrear yaún que especular sobre el interrogante de cómo sintieron su conexión con la vida millones de personas al borde de la muerte durante bombardeos o incursiones militares en ciudades. Los niños de esta...
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