La lectura una herrmaienta poderosa
Durante mi educación primaria aún recuerdo a las maestras que me iniciaron en la lectura. En primer grado, con la maestra Isolina Rivera conocí el abecedario yaprendí a formar palabras juntando silabas. La maestra Teresita hizo que el libro de lecturas, de segundo año, pareciera una caja mágica con historias fantásticas de animales que hablan, el príncipeque viene de otro planeta, adivinanzas y refranes.
Cuando inicié la secundaria leí mi primer libro de principio a fin, titulado El Viejo y el Mar, de Ernest Hemingway, el cual disfruté mucho puesme imaginé en la misma balsa junto al viejo Santiago, gracias a la maestría con que el escritor describe cada situación y personaje. Semanas después, leí un libro de poemas de Rubén Darío tituladoAzul, el cual me resultó muy complicado de entender, primero por la cantidad de palabras poco comunes y enseguida por el sentido metafórico, típico de la poesía escrita. Sin embargo, esto no hizo quedejara la lectura, pues seguí leyendo, muchos libros más.
Durante el bachillerato, no puedo dejar de mencionar, una etapa en la que me resultaba muy difícil expresar mis ideas, durante las clases deFilosofía, Estructuras Socioeconómicas de México, Literatura, etc., la boca me temblaba, el corazón latía tanto que decenas de ocasiones deje pasar la oportunidad de ganarme un punto por participar enclase. Esto obviamente, no estaba dispuesto a soportarlo por siempre, y algo dentro de mí me decía que podía superarlo. Por un lado el esfuerzo diario de mis padres al brindarme educación, me dio lafuerza necesaria, y por otro, tenía a la lectura, como una herramienta poderosa que hacía más de ocho años me acompañaba, y ahora salía a mi defensa.
Retomé el hábito de la lectura, después de más deun año sin tocar un libro, y no exagero si les digo que fue muy difícil volver a leer una línea y entender de inmediato lo que expresaba. Apenas iniciaba con el Prólogo, y las ganas de bostezar me...
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