la literatura
A la luz de estas palabras, se me ocurre preguntarme de qué modo cumple la literatura española esta condición deliteratura nacional.
No faltan los ejemplos de escritores españoles que han hablado mal de libros y de autores que forman parte del más indiscutible canon de la literatura española. Pienso en las violentasarremetidas de Juan Benet contra Benito Pérez Galdós o contra el Guzmán de Alfarache; en la famosa de Jaime Gil de Biedma contra Juan Ramón Jiménez; en la desmitificadora y deslumbrante lectura queRafael Sánchez Ferlosio hace de las Coplas a la muerte de su padre, de Jorge Manrique, en un apéndice memorable de Las semanas del jardín; por poner ejemplos próximos, en los que por ambas partesentran en juego nombres incontestables. Son ejemplos esclarecedores del tipo de relación beligerante con una tradición determinada que -conforme a las palabras de Aira- no sólo autoriza, sino que deberíafomentar el sentimiento de pertenencia a ella.
Tampoco faltan ejemplos de maledicencia y agresividad en distancias más cortas, es decir, cuando se trata de autores estrictamentecontemporáneos.Francisco Umbral, hace ya lo suyo, o Rafael Reig hace bien poco (y desde estas mismas páginas), han practicado casi deportivamente el ejercicio de zarandear a los escritores connacionales. Por no hablardel barullo de chillidos, insultos, mamporrazos y cuchicheos que no dejan de oírse desde la blogosfera.
Se podrían aportar muchos más ejemplos. Y tras hacerlo, oponerles el tono de general...
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