La literaturidad

Ludovico vivía aburrido. Nada lo entretenía por más de dos minutos, intentó de todo para distraerse de su desesperante condición: aprendió a tocar la guitarra, plantó un árbol, fue al cine, leyólibros, acudió a conciertos, hizo amigos. Pero no había caso, parecía destinado al transcurrir rutinario de su vida: ir a la oficina y volver a su hogar. Un ocho de abril, en el desorden de su casa, hallóalgo que finalmente lo animó. Encontró, entre la basura de un cuarto al que nunca entraba, un soldadito de su niñez. ¡Cuántos recuerdos le produjo ese inesperado descubrimiento! Casi sin darse cuentacomenzó a recordar su infancia, los tiempos en los que se divertía con tanta facilidad que el simple hecho de pensar en eso hoy le daba calambres. También rememoró los muñecos que enterraba en eljardín, los bichos bolita que se cerraban cuando se los agarraba, los barriletes que remontó y todos los que se enredaron en los árboles y tuvo que venir el tío a rescatarlos. En la gloria delentretenimiento se imaginó que si pudo dar con el soldado, que recordó lo había guardado con el objetivo de obsequiárselo a generaciones futuras junto con memorias de su niñez que estaba seguro aburrirían tantoa las criaturas como todas las cosas lo aburrían a él, podría encontrar también otros juguetes que lo mantuvieron feliz por mucho tiempo. Sin perder más tiempo emprendió la búsqueda en los arduosterrenos de una habitación sobrepoblada de cosas que no tenían nada que ver una con la otra: se dejaban ver entre las montañas de objetos desde tablas de esquí sin estrenar hasta anteojos viejos queparecían sacados de la basura. Después de una larga pesquisa encontró una caja llena de sus juguetes favoritos. Allí habían permanecido los autitos Duravit que nunca había conseguido romper, el Lego, lascartas, el resto del ejército de soldados. Pero de todos esos los tesoros lo que más le llamó la atención fue un extraño libro rojo con los bordes gastados que constaba de una hoja solamente. No...