la lluvia de peces
Por: Rafael Heliodoro Valle
No es alucinación, tampoco un cuento de caminos. En el valle de Yoro –uno de los edénicos parajes del trópico– del 3 al 5 de julio de cada año hay unalluvia de peces de agua dulce. Recuerdo el maravilloso fenómeno en charla con mi hermano, quien me lo ha descrito con palabras de colores marinos. Este relato lo ofrezco bajo el patrocinio del santoarcángel que, con hígado de pez, curó la ceguera de Tobías.
El suceso –increíble para quienes no lo han presenciado– acaece en una llanura en que los guayabos florecen. Caen los peces en un área dedoscientos metros cuadrados. Al norte, a los dos kilómetros, está la ciudad de Yoro; al sur un montículo cubierto con el pinar; al oriente, se yerguen las montañas vírgenes; y al poniente, que es haciadonde corren las aguas – lluvias, y como a unos cien metros, hay un lagunato de veinticinco metros de extensión, que sólo lleva agua en invierno, y tiene escape en el arroyo que se forma con el aguadesbordada de aquél y la que cae en la lluvia de peces.
El día que el fenómeno se efectúa, los habitantes de la ciudad lo conocen muy bien por los grandes nubarrones negros que se forman en la crestade la montaña de “La Flor”, los cuales van descendiendo poco a poco hasta cubrir toda la planicie e inmediatamente se desata una tormenta furiosa que dura pocos instantes. Cuando esto pasa, todoqueda despejado, el sol impone su esplendor y entonces puede admirarse en la sabana a miles de peces vivos, que brincan y se empeñan en seguir los hilos de agua de la tormenta, escabulléndose entre loshierbales.
Y ocurre algo sorprendente, que da color y estrépito a la escena: todas las aves que se nutren de peces acuden como si se hubieran dado cita puntual; numerosas bandadas de clarineros y de“sanates” llegan en algarabía bárbara; garzas morenas, blancas y rosadas forman remolinos, atropellándose; y los alcatraces, los “ajoquines” hambrientos, sacan su tripa de mal de año, y hasta los...
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