La Luna
¿Por qué brillaba? ¿Por qué su luz era variable y presentaba fases con una regularidad extraordinaria? La mente preclara del griegoAnaxágoras dio respuesta aestas preguntas sin recurrir a la religión (que sepamos, fue el primero en hacerlo de una manera tan coherente): tanto la Luna como el Sol, según él, eran de forma esférica y de algún material rocoso. El primero estaba incandescente, pero la segunda no — brillaba porque refleja la luz del Sol, y las fases se debían a la posición relativa del Sol, la Tierra y la Luna.
Luna en cuartocreciente.
Una perogrullada… pero es una conclusión alcanzada en el siglo V antes de nuestra era, sin un maldito telescopio, mientras todo el mundo a su alrededor sostenía que la Luna era una diosa y que el propio Anaxágoras era un hereje por sugerir otra cosa: de hecho, estuvo en la cárcel y el exilio, en parte por su postura racionalista en éste y otros aspectos. La capacidad de los griegos de mirar asu alrededor y llegar a conclusiones así como si tal cosa me pone los pelos de punta.
En cualquier caso, nuestro conocimiento sobre el satélite no avanzó mucho en los siglos posteriores a Anaxágoras: por una parte, era imposible ver alrededor de un 40% de su superficie (luego veremos por qué), y por otra no es fácil distinguir mucho sin la ayuda de algún instrumento óptico, y éstos aún estabanpor llegar. Estaba claro para los científicos que la Luna era una gran esfera como lo era la propia Tierra, y el astrónomo griego Aristarco de Samos fue capaz de realizar estimaciones sorprendentemente precisas sobre su tamaño y distancia a la Tierra comparada con el Sol, pero era difícil ir más allá.
Hubo que esperar hasta el desarrollo del telescopio, y a que Galileo se pusiera a mirar elfirmamento con él, destruyendo el paradigma geocéntrico del Universo (como ya mencionamos al hablar de la Tierra). Aparte de otras observaciones, el italiano dirigió su mirada, como no podía ser de otra manera, hacia nuestro satélite, y fue capaz de discernir la causa de los diferentes tonos de gris de la Luna — no se trataba, como habían sostenido otros durante siglos, de una esfera lisa y perfecta.A pesar de que, desde Aristóteles, se suponía que la imperfección y el cambio se limitaban a la Tierra, y que los objetos del firmamento eran perfectos e inmutables (aunque Aristóteles, que no era tonto, admitía que la Luna podía estar ligeramente “contaminada” por la corrupción terrestre), los ojos de Galileo vislumbraron por primera vez montañas, cráteres, llanuras… la Luna era muy parecida a laTierra.
El genial italiano realizó entonces el primer dibujo más o menos detallado de la superficie de la Luna, que publicó en 1609 en su libroSidereus Nuncius (El mensajero de las estrellas):
Mapa de la Luna de Galileo.
No voy a repetir aquí los escozores que produjo este dibujo (aparte de muchos otros), ni de los problemas que causaron sus observaciones al bueno de Galileo: lo importanteen lo que concierne al artículo de hoy es que nuestro conocimiento del satélite había dado un paso de gigante. Se trataba, al fin y al cabo, de una especie de mini-planeta. El telescopio de Galileo no permitía discernir si había vegetación, agua o vida, de modo que aún faltaba mucho por descubrir, pero a partir de ese momento la cosa avanzaría bastante deprisa.
Lo que estaba claro es que la...
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