la mañosa parte ll
Madre no distaba mucho de papá, si bien era más fuerte en sus sentimientos: había que odiar esto o amar aquello; con eso le bastaba. No podía, como padre, ver lo que pensaba.
Apegada a lo viejo, la mujer, según ella,debía hablar poco, trabajar sin descanso y vivir de puertas adentro.
Mamá era de estatura aventajada. Tenía el cabello gris, anudado siempre en pequeño moño sobre la nuca. La quijada cuadrada le llenaba la cara de rudeza; así como los ojos pardos, casi negros, y la boca ancha, y la frente plana. aunque alta. Era escasa de cejas y abundante de canas.
Tenía complexión robusta; pero la colordesteñida y vacía. Sabíamos que no era saludable; pero lo disimulaba a maravilla, porque trabajaba de sol a sol.
A veces mamá se endulzaba y nos entretenía contándonos historias o dibujando malos muñecos en papel de estraza. Sucedía esto pocas veces: le placía más rezar, lo que hacía con sincero fervor.
Padre parecía más cariñoso, sobre todo cuando volvía de algún viaje largo. Sabía cientos dejuegos, miles de cuentos, y cantaba motivos de su tierra con una voz bella, gruesa, dulce, acariciadora. De mañana nos llamaba a su cama y nos hacía relatos maravillosos de los mulos que hablaban, del río que se iba volando, de las golondrinas que le contaban lo que hacíamos Pepito y yo. Todo esto lo sazonaba con cosquillas, con mordiscos y apretujones que nos hacían reventar de risa. Nada en casatan alegre, tan jubiloso como los amaneceres. Los aprovechábamos bien, porque al romper el día se hacía papá serio, y empezaba a pensar en sus negocios, a trajinar, a dar voces. ¡Oh! ¡Cómo hería la voz de papá cuando no se hacían las cosas según ordenaba! Durante todo el día no descansaba; correteaba de un sitio a otro, del potrero a la casa, de la casa al camino. Y así hasta caer la noche. En lamesa hablaba poco y le gustaba que callaran los demás. Sólo al anochecer volvía a ser el padre cariñoso.
Recuerdo que gustaba, metida ya la oscuridad, de tirarse en el piso y levantar brazos y piernas.
—¡Vengan! —nos decía.
Madre regañaba; hablaba de la ropa sucia, de trabajo, de niñadas y tonterías; pero nosotros no la oíamos, ni la oía papá, que nos tomaba por la cintura y nos sosteníaen vilo, dándonos empellones hasta que caíamos revueltos en el suelo.
Yo quería entrañablemente a mi padre, porque, a ser sincero, tenía por mí marcada predilección. Decía que yo haría carrera, y sufría lo indecible cuando enfermaba. De los dulces, trajes y zapatos, sombreritos o juguetes que traía de sus viajes, lo mejor era para mí. Nunca hería a Pepito, porque mi hermano tenía predilecciónpor cosas distintas: por ejemplo, reventaba de gozo si papá le traía cornetas, sables o tambores, cosas de que yo detestaba; mis grandes placeres me los producían una pizarra, un lápiz, un libro con láminas...
¡Oh, la vida aquella, tranquila, fresca y satisfecha como una tinaja! Todo el campo haciéndose ondulado, ancho y luminoso frente a nosotros; el sustento traído y llevado en aparejos de...
Regístrate para leer el documento completo.