La Mano Del Camino

A MI HERMANO CÉSAR…
Cae la noche, cálida, serena, lánguida y con ella comienzo, como tantas otras veces a volar por los diferentes pasajes de mi vida y por esas etapas de mi existencia a través de mis sueños. Sueños que no tienen época, que no tienen lugar definido, que no tienen límites. Sueños que me pertenecen que son míos, que unas veces son anhelos y deseos y otras frustraciones ydecepciones. Sueños que la mayoría de las veces se convierten en vivencias que entremezcladas unas con otras, en una maraña imaginaria ,se apoderan de mi yo interior y de mi cuerpo físico, este flux prestado, que cada vez me queda más grande, más flojo, más pesado.
Allí, en esos sueños, a veces paso del color vivaz, escandaloso, resplandeciente al blanco y negro y a lo oscuro y sombrío, conpasmosa y natural habilidad, allí realmente no se sí algún día fui, soy o sí seré.
En ese mágico cofre de sueños, en ese rinconcito de mi alma, en el ático de mi espíritu, es donde vislumbro claramente mis miserias, escarbando en ellas hasta desmantelarlas y enfrentarlas. Es allí, donde trato de encontrarme y atraparme, aunque hábilmente me escabullo y escondo de mí mismo, tratando deanalizarme con criterios y parámetros ajenos a mí.
Es en ese preciso instante de la larga noche, en ese justo momento, casi eterno, donde siento la inefable sensación de poder volar… ¡Sí, volar!... Volar por los enredados y ásperos vericuetos de mi mente, por los intrincados, recovecos de mí espíritu y por los laberintos de mí corazón. Es en ese vuelo irreverente, sublime, indescriptible, donderecorro a placer los intensos instantes de mi vida de ayer, de hoy y de siempre…
Estoy listo. De pronto, me veo volando por los dichosos y bienaventurados momentos de mi infancia. Es el viaje que más me gusta, el que más disfruto, el que me satisface más. Me encuentro feliz, alegre, ingenuo, puro, poseedor de esa inquieta inocencia, de esa pícara candidez, que poco a poco fui perdiendo en lamisma medida que fui anhelando entidades materiales; fue la mejor parte de mi vida la que quedó allí desparramada en la senda larga de mi existencia, la que trato incansablemente de recuperar, la que trato inútilmente de encontrar.
Sigo volando y doy una vuelta por mi adolescencia. Ahí comienza la verdadera vida. Empiezan a quedarme cortos los pantalones de la franqueza natural y espontáneay las diferentes influencias conspiran para apoderarse de mi frágil personalidad. Me resisto a ser enajenado y a duras penas gano esa batalla, pero todavía tengo que pelear la guerra. A pesar de la evidente confusión y estropicio, me veo aún puro e incontaminado y un poco menos ingenuo, en medio de tanta perturbación. Es un período lleno de atolondramientos, pero estoy hambriento de saber, deconocer, de ver, de experimentar… Me encuentro ansioso, impaciente, atrevido, me creo intrépido y nace en mí un sentimiento al que nunca renunciaré, que conmueve y sensibiliza, que paraliza y aboba, que estremece y lastima, que cautiva y esclaviza, que seduce y apasiona… El Amor. En esa etapa, mi vida transcurre entre escaramuzas amorosas, amoríos platónicos y escondidos y las consecuentes rupturasde corazón.
Sigo en la senda de la vida, aún adolescente. Se me presenta un camino amplio y dadivoso, a veces generoso, a veces lleno de obstáculos por sortear y muchas veces plagado de frustraciones. Recorriéndolo a placer, descubro que es en ese tramo del camino donde comienzan las caídas, los deslices y los yerros.
Voy demasiado rápido y cuando menos lo espero tropiezo, no sé cómoni con qué, vacilo, pierdo el equilibrio, resbalo y me caigo, trato de incorporarme y resbalo de nuevo, estoy en el piso, no puedo levantarme, de nada me puedo asir, me arrastro, entonces el miedo se apodera de mí y poco a poco se va transformando en pánico, me siento desfallecido… Qué hago Dios mío?... Miro desesperadamente a los lados, atrás, adelante, hacia arriba y es entonces cuando veo...