La manzana
-¿estás escuchando algo de lo que estoy diciendo?-me preguntó molesta y yo alcé mi rostro confundido para poder verle a la cara.
-perdón, no sé a dónde me fui con mi mente, ¿entramos?-pregunté abriendo la puertae ingresamos al centro comercial sólo para montarnos en las escaleras mecánicas.
-¿estabas pensando nuevamente en Edward?
-es algo que no puedo evitar, soy patética, ¿verdad?
-para nada amiga, para nada…
-oye, quiero palomitas, y como tú me arrastraste hasta aquí tu pagas.
-¡oye eso no es justo!-se giró para regañarme y no pudo mirar lo que yo desde mi posición. Nuevamente todo micuerpo se quedaba helado, me olvidé cómo demonios se hacía para respirar y el corazón me dolía profundamente.
-¿estás bien Bella?
-No, no estoy bien Angela, debo salir de aquí, ¡Demonios debo salir de aquí!-sin importar siquiera lo que pensaran de mí ni de cómo estaba comportándome, empujé a mi amiga a un lado desesperada y salí corriendo hacia el otro lado del centro comercial, en dónde seencontraban las escaleras para el personal.
-¡Bella! ¿Qué pasa?-escuché el grito de Angela, su voz había sonado preocupada pero yo estaba demasiado desesperada, no quería, por más que le siguiera amando, no quería siquiera ver su rostro, ni escuchar su voz, ni oler su perfume, no quería volver a encontrarlo en mi vida, pero el destino me odiaba y me había hecho ir al mismo cine en la mismafunción que él había escogido.
-¡¿Señorita, qué hace?!-la mujer de la limpieza me miró sorprendida- estas escaleras de emergencia pueden ser utilizadas sólo por el personal.
-Bueno… esto es una emergencia-espeté mientras la evadía olímpicamente y comenzaba mi carrera de escape. Si todo salía bien, tendría que bajar dos trechos, meterme por el pasillo oscuro que da hasta la parte principal delprimer piso y correr hacia la salida, dónde estaría segura de él y de mí misma. Ya había llegado al primer estrecho de escalera y sólo me faltaba la mitad del siguiente para internarme en el pasillo; si bien las lágrimas surcaban mis mejillas lastimeramente, un dejo de esperanza atacó mi corazón al ver que casi me había escapado.
-¡No corras!-su voz, su perfume y su mano se hicieron amos y señoresde todo mi cuerpo y mi alma. Sus dedos apretados fuertemente sobre mi codo me impedían huir y la poca esperanza que yo había resguardado fervientemente se había evaporado con esas dos palabras.
-déjame ir-quise zafarme pero no pude, Edward me estaba atando nuevamente a él pero yo no podía siquiera verle a la cara, repudiaba su mirada y escondía mi rostro.
-No, ¿por qué has salido corriendo?-es cosa mía.
-¿es que tanto me odias que ni siquiera podemos ir al mismo cine?
-no tengo que contestarte.
-¿es que tanto me odias que ni siquiera puedes verme a la cara?
Atrapó mi mentón firmemente pero sin hacerme daño y me obligó a mirarle. Su rostro lucía cansado, tenía algunas pequeñas arrugas alrededor de sus ojos, las pestañas eran gruesas y oscuras como siempre y sus...
Regístrate para leer el documento completo.