La mar de bendiciones insospechadas

Por: C.P. Alejandro Romero Brito.

Para reflexionar...

Un pescador regresaba a puerto por la madrugada. Traía consigo, en su pequeña lancha, un cargamento exiguo de pescado pequeño y algunosmoluscos. La temporada había sido mala y junto con el mal tiempo, la producción había sido tan mala como las ganancias y junto con ellas, el bienestar familiar que traerían consigo. Les había prometidozapatos nuevos y ropa a los niños y una nueva máquina lavadora a su esposa, quien contribuía al gasto familiar lavando accesorios de una posada cercana.
Eran casi las cinco de la mañana y el sol aúnno salía. La oscuridad era apenas rota con la luz de una luna oculta entre las nubes de lluvias pasajeras, que ya se avecinaban temprano. En el horizonte a sus espaldas, un barco de la Marina hacíarondines en los límites en los que la luz del faro no alcanzaba.
A unas cuantas millas de la orilla, aún sin poder divisarla claramente, los primeros rayos del sol sacaron de su aturdimiento al jovenpescador. A lo lejos, el sol despuntaba radiante y soberano, acompañado de la danza de las gotas de la llovizna que iniciaba y rompía la tranquilidad de las aguas del mar. De pronto, justo frente a labarca y unos cuantos metros, un enorme paquete marrón flotaba solo sobre las olas verdosas. Estaba compactado con cinta plástica y llevaba escritas palabras que el pescador no entendía, aunqueclaramente se adivinaba su contenido.
El temor le hizo presa por varios minutos y viró la marcha de la lancha para esquivar por algunos metros más al paquete. Por su mente pasaron las necesarias alertas acapitanía de puerto, mientras memorizaba el sitio para dar parte de la localización aproximada, antes de que esa carga recalara en la orilla. Hizo cálculos del precio que tendría y recordó la ocasión enla que su cuñado había llevado entre sus contenedores, tres paquetes un poco más pequeños que aquél que acababa de dejar. Meditaba acerca de la facilidad con la que los había podido vender y el...