LA MARAVILLOSA MACEDONIA
-Quiero comer algo fresco -pensó. Miró hacia un lado, miró hacia el otro, y afortunadamente encontró un grupo de mandarinas que se asomaban por entre las ramasdeun arbusto.
-Necesitaremos un grupo de fortachones, en todo ejército hay fortachones –dijo Baltasar. Sin pensarlo dos veces, Froilán Frijol, Leonel Lentejas y Gabino Garbanzos dieronun pasoal frente
Los miles de engendros que habían salido de los cuerpos de las golosinas comenzaron a irritarse, y despistados, molestos y muy bobos, comenzaron a atacarse unos a otros:chiclesenvolvían cuchuflíes, calugas ahorcaban trufas y merenguitos aplastaban malvas y gomitas.
Por la puerta de la bodega, Baltasar regresaba a la Maravillosa Macedonia cada vez quepodía. Zam,Marina, Adelfa y los demás chicos siempre lo esperaban ansiosos, pues nunca se sabía qué nueva aventura podía ocurrir en aquel increíble
mundo.
-Los liquidaremos, ¡no másverduras, no más frutas,no más niños sanos! Rafael tijeras nunca más podrá cosechar vegetales porque… ¡confitaremos a toda la Maravillosa Macedonia!
Entonces abrió los ojos y la sorpresa fuemayor: parecía estar enmedio de una jungla, pues frente a él había una cascada rodeada de enormes plantas y un letrero de madera que decía con letras rústicas “La MaravillosaMacedonia”.
-Roscón Orondo -pronunciódon Rafa en un tono tan grave que llegaba a asustar-. Debí sospechar que él estaba detrás de todo esto, y amarrando a los cuatro prisioneros juntos se los hechóal hombro y con mucho afán sedirigió a la cascada Suko: iba a enfrentar a su vecino confitero.
Todo comenzó un día a la hora del almuerzo, cuando Baltasar, como siempre, refunfuñabaporque no quería comer: -Me duele lapanza, mamá. Me duele el colmillo, mamá. Tengo indigestión, mamá, ¡si como se me va a caer el ombligo! Mamá, por favor, esta berenjena se está moviendo.
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