LA MASACRE DE LA BANANERAS

LA MASACRE DE LAS BANANERAS
28 NOV 1991
Periódico: EL TIEMPO
CLAVE 1928 MASACRE DE LAS BANANERAS
Desde cuando fue nombrado Jefe Civil y Militar de la Zona dos semanas atrássus informes al gobierno central eran francamente exagerados en procura de obtener los máximos poderes para neutralizar la huelga que desde hacía 25 días adelantaban los trabajadores de las bananeras. Los actores de la masacrehabían entrado, poco a poco, desde la huelga de 1918, al escenario de la tragedia.
Por un lado estaba la United Fruit Company, expresión superlativa del capitalismo estadounidense. Controlaba desde 1898 la zona bananera y ejercía su poder económico en todos los eslabones de la cadena de producción en la Ciénaga Grande, dominando haciendas, sembrados, ferrocarriles, transporte a los barcos... yhasta los mismos barcos.
El imperio de la Yunai ejercía poderosa influencia sobre los trabajadores, la autoridad local y el Gobierno Nacional.
Por otro lado, el gobierno conservador del tolimense Miguel Abadía Méndez debió enfrentar, durante su administración, difíciles episodios en los que se acumularon la permanente agitación social y sindical interna y las fuertes presiones del gobierno deEstados Unidos para que los intereses de sus nacionales gozaran de protección oficial.
Y finalmente los trabajadores, laborando en precarias condiciones, sin protección social, ni alternativa diferente de trabajo en la zona, acumulaban un creciente sentimiento antiestadounidense, nacido de la pérdida de Panamá, emotividad que se exacerbó con la llegada de los activistas del nuevo Partido SocialistaRevolucionario, impulsadores del, hasta ese entonces, incipiente movimiento sindicalista del Magdalena.
Desde el miércoles 5 de diciembre, trabajadores de todas las haciendas se estaban concentrando en la plaza principal de Ciénaga, convocados con el pretexto de que el gobernador del Magdalena concurriría a esa ciudad a firmar un acuerdo con la United Fruit para poner fin a la huelga.
Lasreivindicaciones que agitaban los trabajadores se consideraban en esa época de tinte revolucionario, pero a la luz de la justicia laboral 60 años más tarde, son peticiones justas y elementales: Indemnizaciones por los accidentes de trabajo. Seguro colectivo. Descanso dominical remunerado. Libertad para adquirir víveres en cualquier comercio y no solamente en los comisariatos de la compañía. Prohibición deefectuar los pagos a los trabajadores por medio de vales, que solo se podían hacer efectivos en los comisariatos de la empresa... y las exigencias de incremento salarial, que son denominador común de todo pliego laboral.
La lectura del decreto de estado de sitio contaba con el respaldo de un grueso piquete de soldados. Pasada la medianoche los militares instalaron en la plaza dos ametralladoras, unaen cada esquina. Simultáneamente la cuadra frente a la estación fue ocupada por una doble fila de soldados.
Ninguno de los 2.000 trabajadores abrigaba en su mente la posibilidad de una tragedia. Muchos de ellos descansaban entre los vagones del ferrocarril y otros se reunían alrededor de las fogatas en donde se cocinaba.
A las dos de la madrugada del 6 de diciembre, se encontraba listo elescenario, tanto del decreto de emergencia, como de la masacre.
Cinco minutos más tarde después de recorrer las seis cuadras que separaban el cuartel de la plaza el general apareció ante los huelguistas.
La esencia de las medidas prohibía toda reunión pública de más de tres personas.
Se termina la lectura. La corneta del destacamento toca a retirada. La multitud grita Viva Colombia... Viva la huelga. Elgeneral repite frenético la orden de dispersión. Pero nadie se mueve, porque nadie se imagina que en los siguientes cinco segundos, este hombre sería capaz de impartir la orden de Fuego.
La masacre quedó consumada, pero la represión continuó por muchos meses, persiguiendo a quienes fueron señalados como criminales por el delito de reclamarle a la Yunai.
A su regreso a Bogotá, el general Cortés...