LA MEMORIA MENGUANTE
Ocurrió este último domingo, un titubeante día de romería en donde el sol y las nubes se disputaban por la hegemonía celestial, de viento largo que sólo asaltaba en lassombras pero de agradable temperatura cuando el cegador sol mostraba su poderío. Un día el cual no me habría levantado muy bien, con mi espalda llena de alfileres y mi corazón debajo de la almohada... noera un día particularmente especial y no tenía ánimo para feria. Así que después de una ducha pude convencer a mi hermano para que almorzáramos en alguna venta de alguna carretera que lleva a MedinaSidonia, y así fue como íbamos por carreteras vacías salimos de Conil, tomamos la N-340 en dirección sur y contemplaba como enormes molinos de vientos emergían en campos de secano, y como sus aspasharían palidecer al más aguerrido Quixote...y más allá, a escasos cientos de metros de la autovía los mares ondulantes de cebada habían sido sustituidos por fríos lagos de silice de plantas solares...-fuentes alternativas de energía que siempre me dejan la misma pregunta: ¿a quién/quienes irá toda esa energía?-... a pesar de todos estos cambios producidos en largos años sin pasar por allí, todo loencontraba familiar [...] fue entonces cuando después de una curva cerrada encontré el enorme cerro donde se asienta el hermoso Vejer de la Frontera, un lugar donde le tengo cierto cariño porque aquellugar es donde realice mis estudios de FP y donde cada mañana recorría sus sinuosos caminos hacia su cima que me llevaba al Instituto de La Janda.
Pero algo ocurrió al ver ese portento de roca quese eleva casi 200 metros del nivel del mar: lo veía más pequeño.. -sí, más pequeño- aquella mole de piedra que siempre la veía con temor de que un día se engullera la carretera que serpenteaba su...
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