La Metamorfosis
LA METAMORFOSIS
La Metamorfosis
Franz Kafka
© Pehuén Editores, 2001
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FRANZ KAFKA
LA METAMORFOSIS
I
C
UANDO GREGORIO SAMSA despertó una mañana
tras un sueño inquieto, se encontró en su cama
convertido en un horrible bicho. Yacía sobre el duro
caparazón de su espalda, y veía, al alzar un poco la cabeza, su
vientre arqueado y oscuro, surcado por curvadas callosidades,
cuyaprominencia apenas podía aún sostener la colcha, que estaba
ya a punto de escurrirse hasta el suelo. Muchas patas,
lamentablemente escuálidas en comparación con el grosor del
resto del cuerpo, le centelleaban desesperadas ante los ojos.
“¿Qué me ha sucedido?”, pensó.
No era un sueño. Su habitación, una habitación humana de
verdad, aunque demasiado estrecha, aparecía como de ordinario,
entre suscuatro bien conocidas paredes. Por encima de la mesa,
sobre la cual estaba esparcido un muestrario de paños –Samsa
era viajante de comercio–, colgaba la imagen que recortara hacía
poco de una revista ilustrada y colocara en un lindo marco dorado.
Representaba una dama con un gorro de piel, envuelta en una
boa también de piel, y que, muy erguida, alzaba contra el
espectador un amplio manguito,igualmente de piel, dentro del
cual desaparecía todo su antebrazo.
Gregorio dirigió la vista hacia la ventana, y el tiempo nublado
–se sentían repiquetear en el cinc del alféizar las gotas de lluvia–
le infundió una gran melancolía.
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FRANZ KAFKA
LA METAMORFOSIS
“Bueno –penso– ; ¿qué tal si yo siguiese durmiendo un rato
y me olvidase de todas las fantasías?” Pero esto eratotalmente
irrealizable, porque tenía la costumbre de dormir sobre el lado
derecho, y su actual estado no le permitía adoptar esta postura.
Aunque se empeñara en volcarse sobre el lado derecho,
forzosamente volvía a caer de espalda. Cien veces intentaría en
vano esta operación; cerró los ojos para no tener que ver aquel
agitarse de las piernas, que no cesó hasta que un dolor antes
jamás sentido,leve y punzante al mismo tiempo, comenzó a
aquejarle en el costado.
“¡Ay Dios! –pensó–. ¡Qué agotadora profesión he elegido!
Un día tras otro siempre de viaje. La preocupación de los
negocios es mucho mayor cuando se trabaja fuera que si se trabaja
en el mismo almacén, y no hablemos de esta plaga de los viajes:
cuidarse de los enlaces de los trenes; la comida mala, irregular;
relaciones que cambiancon frecuencia, que no duran nunca, que
no llegan nunca a ser verdaderamente cordiales. ¡Al diablo con
todo eso!”
Sintió una ligera picazón en el vientre. Se estiró poco a poco
sobre la espalda, alargándose lentamente hacia la cabecera, a fin
de poder alzar mejor la cabeza. Vio que el sitio que le escocía
estaba cubierto de unos puntitos blancos que no supo explicarse.
Quiso aliviarse tocando ellugar del escozor con una pierna; pero
la retiró de inmediato, pues el roce le producía escalofríos.
Se desperezó en su posición primitiva.
“Estas madrugadas –se dijo– lo entontecen a uno por
completo. El hombre necesita dormir lo justo. Hay viajantes que
se dan una vida de odaliscas. Cuando a media mañana regreso a
la pensión para anotar los pedidos, me encuentro a estos señores
muy sentados,tomándose el desayuno. Esto debería intentarlo
yo con mi jefe; me pondría de patitas en la calle. Y ¿quién sabe si
esto no sería para mí lo conveniente? Si no fuera por mis padres,
ya hace tiempo que habría renunciado, me hubiera presentado
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ante el jefe y, con toda mi alma, le habría manifestado mi modo
de pensar. ¡Se caería del pupitre! También tiene lo suyo eso de
sentarsesobre el pupitre y hablar desde aquella altura a los
empleados, que, como él es sordo, deben acercarse mucho. Bueno,
la esperanza no está aún completamente perdida; en cuanto tenga
reunida la cantidad necesaria para pagarle la deuda de mis padres unos cinco o seis años todavía , ¡sí que lo hago! Le pongo
punto final a esto. Pero, por ahora, lo que tengo que hacer es
levantarme, que el tren sale...
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