La misteriosa disposici n de los espacios
El arte de Joseph Cornell
Durante más de la mitad de su vida Joseph Cornell vivió en utopía Park Way, una coincidencia que siempre encantó a sus admiradores. Este hombre, que veneró por encima de todo el ensueño, habitó una utopía hecha de la extensa gama de sus entusiasmos.
Si hablo del “arte” de Joseph Cornell, es porque se dedicó tanto al arte de lavida interior como a la realización de los símbolos visuales de aquella vida. Los collages y cajas representaban para él solo un fragmento de la elipse aun mayor de su vida espiritual. Como el dijo “la memoria me es más importante que mis cajas”. Y su memoria estaba repleta de imágenes recolectadas en sus profundos intereses poéticos. Las obras visuales eran los materiales de un continum.
Elpropio Cornell eludía la categoría de artista, al principio quizá por desconfianza, pero más tarde, definitivamente, por la certeza de que sus creaciones no eran “construcciones”, “esculturas” o “collage”, sino representaciones poéticas, bibelots verbales, teatro estático, cualquier cosa menos simples obras de arte visual.
En 1967 informó con orgullo a News week: “Nunca asistí a la Universidad, nijamás tomé una clase de arte. No se dibujar, ni pintar, ni esculpir, ni hacer litografía”.
Si bien nunca estudió, cursó su propia escuela instintivamente, encontrando el camino a las artes que alimentaran su terrible imaginación. Lector voraz, formó en su memoria una selección de textos y se sumergió en ellos. Durante más de 40 años alimentó su psique con la literatura de los románticos. Tanto conocíade memoria algunos textos que los podía conjurar al instante y le permitían la réplica (en el sentido teatral) a su imaginación siempre despierta. Aquellos que lo conocían de muchos años, evocaban la importancia de ciertos poetas y compositores en la vida creativa de Cornell, y siempre tales evocaciones retrocedían a una época de la que Cornell era profundamente nostálgico.
Cornell decía:
“Me dauna sensación de frescura recordar una época que ya pasó, la época romántica, cuando hubo más unidad: Taglioni Delacroix, Chopin, Lizt –todos de una sola pieza”.
El gran ángulo de visión de Cornell, lleno de referencias entrecruzadas y de encuentros gratuitos, era rico en asociaciones; se abría a variadas experiencias literarias y visuales, más su patria espiritual se hallaba definitivamentesituada en el siglo XIX.
Es cierto que en un principio encontró su camino con la ayuda de los artistas del movimiento del surrealismo. Cornell siempre reconocía que después de ver La femme á cien tetes de Max Ernst, a principios de los años treinta, pudo desarrollar su propia técnica de montage. La novela visual de Ernst, armada con recortes de grabados antiguos, estimuló su impulso hacia laasociación. Sin embargo, a pesar de lo excitante que fue su encuentro con Ernst, y también con Marcel Duchamp, Cornell permaneció al márgen de las ironías sofisticadas de éstos y sobretodo de su juego con imágenes crueles. Compartía su entusiasmo, nunca su sofisticación.
Cuando en los años treinta y cuarenta empezó a explorar fuentes poéticas en muchos casos ya descubiertas por André Bretón, Cornell searrojó al ambiente de los románticos no para transformar, como lo hicieron los surrealistas, sino para entrar en el paraíso perdido, o como el mismo decía a veces, aquella Atlántida perdida que añoraba habitar.
Cornell compartía muchos rasgos de personalidad con los poetas, compositores y artistas de fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX que admiraba. Como a Hans Christian Andersen, uno desus favoritos, como a Stendhal, Gautier y sobretodo Gerard de Nerval, el teatro lo atraía inexplicablemente.
Se identificaba con Nerval, con su amor a las actrices y a los ensueños. Solia citar la famosa frase de Nerval: “El ensueño es una segunda vida”, y hablaba de la expansión del sueño en la vida real como alguien que en verdad la había experimentado. Nerval no fue solamente el joven...
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